sábado, 7 de junio de 2008

María Seoane: "Magnetto, toda una vida dedicada a la comunicación"

Por: María Seoane
La humanidad se pelea y compite con ferocidad, pero en verdad tiene un solo enemigo: la muerte. Es posible sentir esa reflexión del pensador búlgaro Elías Canetti en el comienzo del libro “El hombre de Clarín. La vida pública y privada de Héctor Magnetto”, escrita por el periodista José Ignacio López, cuando se narra aquel viaje a una clínica de Chicago donde el constructor y estratega del principal grupo multimedia de habla hispana luchaba contra el cáncer. ¿Fue en ese nevado paisaje boreal en 2006 cuando decidió trascenderse y contar su vida, es más, dejar que otro la cuente? ¿Fue allí donde Magnetto aceptó ser el personaje que ya es por su protagonismo silencioso en las últimas cuatro décadas? El autor está seguro de que la batalla de Magnetto por trascender se llama Clarín; está signada por el amor y la vida de sus hijos Marcia y Ezequiel; por el decurso de la Argentina; por la confianza, el afecto y la lealtad con Ernestina Herrera de Noble y sus compañeros de ruta José Aranda y Lucio Pagliaro.

José Ignacio López narra, entonces, la historia de esa trascendencia. Magnetto nació en Buenos Aires, pero de raigambre familiar en Chivilcoy, el 9 de julio de 1944. ¿Es posible suponer que el azar de Dios hizo que esa coincidencia marcara sus posteriores pasiones argentinas? Lo cierto es que sabremos a través de un relato por momentos épico, por momentos técnico cuando se introduce en las batallas económicas, quién es uno de los dirigentes más desconocidos pero decisivos del último medio siglo. Se revela cuáles fueron sus orígenes y formación, sus amores y desamores; su conciencia del país, sus inclinaciones políticas, sus motivaciones más profundas. Y cómo incidió él en la construcción de la libertad de prensa y del poder mediático en una Argentina cruzada por las crisis económicas y políticas. El autor lo hace a través de dos relatos complementarios. El de las notas, imperdible por la abundancia de información, y el del texto donde el hilo conductor es la vida de Magnetto imbricada con la construcción de Clarín. Se comprende la notable intuición y apuesta de su fundador Roberto Noble, que se atrevió a vender su campo para hacer un diario allá por 1945, con la convicción de que el poder se construía, sobre todo en la batalla por las ideas, en la cabeza de la gente. Un sentido que continuó su viuda, Ernestina Herrera, luego que él murió en 1969. Se revela, por primera vez, la batalla sucesoria de la familia Noble, y los ribetes de thriller social y político que la marcaron durante casi treinta años. Se detalla la vinculación de Noble con los fundadores del desarrollismo, los políticos-intelectuales Rogelio Frigerio y el ex presidente Arturo Frondizi, creadores del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), para quienes el bienestar y la independencia de la Argentina anidaba en conquistar un desarrollo económico integrador de la industria y el agro. Una utopía que Magnetto abrazó en los años sesenta, luego de recibirse de Contador Público en la Universidad de La Plata, donde conoció a sus amigos, colegas y luego socios Aranda y Pagliaro.

Los pasos que da Magnetto a partir de entonces están muy documentados por José Ignacio López: sabe que esta biografía explica no pocas claves de la Argentina moderna. Magnetto es aquel estudiante de clase media bonaerense –que se casa con lo justo, que alquila y viaja en tren– y pelea por pararse en la vida primero como profesional en la concesionaria de autos Roberto Berlinghieri y luego, por su talento profesional y su compromiso con las ideas del desarrollismo, deviene un discípulo destacado de Frigerio y un hombre de confianza, ejecutivo, que une “la pasión por la política y la gestión” junto a Frondizi. En esa ecuación, y en el rechazo de Magnetto a las internas que atravesaron el desarrollismo, es donde se funda su carácter de “hombre del poder” pero al mismo tiempo de hombre detrás de la escena, de quien prefiere influir desde la construcción silenciosa y profesional. De la mano de Frigerio y por la crisis de Clarín a comienzos de los setenta, ocurre su desembarco como adscripto a la dirección del diario junto a la viuda de Noble. A partir de entonces, habrá una “épica” de Magnetto puesta al servicio de la reconstrucción de Clarín bajo la dirección de Ernestina Herrera, junto a Aranda y Pagliaro. Ellos darán el tono “de confidencialidad, profesionalismo y lealtad” en la gestión de una empresa nacida nacional y cuya propiedad y bandera nunca estarán en venta: su batalla decisiva se dará en la producción de contenidos para conquistar la credibilidad de la sociedad. Pero esta decisión de solvencia económica, de ir paso a paso en la expansión empresaria, de competir dentro de la ley, es la que sedimentará, revela Magnetto, la independencia de Clarín no sólo del poder político sino de la competencia empresaria que pretenda restarle influencia o condicionar su vinculación con los lectores. López se adentra, luego, en los tempranos setenta y describe la traumática relación con el tercer gobierno peronista y su ministro José Ber Gelbard. El núcleo más duro es la creación de la empresa estatal y privada Papel Prensa, sobre la que se tejieron y tejen todo tipo de intrigas. Sin proponérselo, el autor nos habla de una trama que nada tendría que envidiarle al Código Da Vinci: tiene como protagonistas no sólo a Clarín; también a La Nación, La Prensa y La Razón y a los gobiernos de Lanusse, Perón, la familia Graiver, Videla, Massera, Camps y Martínez de Hoz, entre otros. El testimonio de Magnetto es esclarecedor para conocer las marchas y contramarchas de esta empresa vital para la producción de diarios, que tardó más de dos décadas en funcionar a pleno.

Luego, el autor nos introduce en el torrente de la construcción de Clarín: la manera en que se profesionaliza su redacción; las decisiones que jalonan la conformación de los editores generales; la relación con entidades periodísticas y empresarias. Se narra la relación tormentosa con los gobiernos de Isabel Perón; la dictadura de 1976 –entre amenazas, bombas y presiones– y las dificultades, ya en democracia, con los gobiernos de Alfonsín y Menem. Se trata de la conflictiva relación con el poder político que basa su lógica en un malentendido fuente de crispación: creer que facilitar el crecimiento de medios es una concesión y no un derecho constitucional. Los noventa son, cuenta López, el momento de consolidación y expansión del Grupo Clarín. Se detallan las batallas económicas que enfrentó por saltar a la televisión abierta, al cable, a la radio, al mundo editorial, a las asociaciones nacionales y con grupos internacionales; los conflictos con competidores poderosos como las Telefónicas; las asociaciones y divorcios con grupos como el CEI. Y los mecanismos tramposos y casi delincuenciales de una competencia feroz. Sobreviene el relato de la gran crisis de 2001, el endeudamiento del Grupo Clarín y la manera en que paga su deuda millonaria. Se cuenta la batalla legislativa por la protección a las industrias culturales para que la extranjerización no llegara a los medios de comunicación, como establecen las legislaciones más avanzadas del mundo.

Magnetto reflexiona entonces sobre lo vivido, hace una revisión autocrítica de coberturas periodísticas y decisiones empresarias. Y apuesta al futuro lleno de desafíos tecnológicos, siempre sometidos a los vaivenes políticos, sociales y económicos del país. El relato concluye en 2007. Es imposible condensar en estas líneas ese decurso. Para eso está este excelente libro, imprescindible para comprender la naturaleza de no pocas batallas por la libertad de prensa y la relación entre el poder, la sociedad y los medios de comunicación en la Argentina.

El hombre de Clarín
Vida privada y pública de Héctor Magnetto

Contexto
Por primera vez, se conocen detalles reveladores de la vida de Magnetto y de temas relacionados con el periodismo, pero también con los avatares de la historia nacional de los últimos cuarenta años.

Fragmento
“Cuerpo y alma. En ese equilibrio venimos trabajando desde hace 35 años. Ni un Grupo vulnerable que se resigna al estancamiento. Ni un holding desangelado, al que le da lo mismo cualquier actividad. Sigamos cultivando ambas cosas, cuerpo y alma. Pero cuidemos especialmente nuestra alma. Esa que nos hace únicos y nos permite la trascendencia.”
Fuente: Revista Ñ

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