viernes, 1 de julio de 2016

"Radio Nacional Mendoza ya no es mi casa", expresa Julio Rudman en su renuncia

"Por qué me voy de Radio Nacional Mendoza”, la carta del periodista Julio Rudman sobre su apartamiento de la emisora pública: 
"Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia"
Aldous Huxley
Fui protagonista de un equipo que vino a poner de pie a Radio Nacional Mendoza. Desde febrero de 2011 me sumé a la apertura de los micrófonos que se llenaron de contenidos inclusivos. Bajo la dirección de mi querido amigo y camarada Ernesto Espeche ocuparon su lugar, el que por derecho les pertenece, los y las artistas, las y los trabajadores de las organizaciones sociales, los de la diversidad de género, los investigadores científicos, historiadores, deportistas. En fin, todos los que presentaron alguna iniciativa enriquecedora.

Fui partícipe enamorado de un Proyecto Nacional que impulsamos también desde acá en el ámbito comunicacional. Hice periodismo comprometido con las mayorías populares, postergadas durante años, el mismo que hago desde siempre.

La llegada de Gabriela Figueroa como nueva directora nos planteó desafíos. Con un estilo que mezcla las actitudes de su padrino político, Ernesto Sanz, y las de su jefe nacional, Hernán Lombardi, pasó del elogio y reconocimiento de nuestra trayectoria a la prepotencia y los insultos a los trabajadores de la radio (hay pruebas testimoniales y documentales a disposición). Las mentiras respecto de la situación edilicia de la emisora y las responsabilidades atribuidas a Ernesto son el caballito de batalla que se usan para ocultar el autoritarismo y la absoluta falta de criterio profesional, como no sea el de confundir un Manual de Estilo con censura solapada.

Cuando Roberto Arlt hablaba de “prepotencia de trabajo” alguien parece haber leído “trabajo prepotente”. Programas con más de veinte años de trayectoria en el aire, como “El Candil” y “La Libroteca” y profesionales de la comunicación con nivel académico sufrimos el maltrato, el destrato y el ninguneo bajo la careta hipócrita del “Ceder la palabra” o la “pluralidad de voces”. Y, lo que es más grave y ofensivo, la sospecha acerca de la conducta moral sobre uno de nosotros, sospecha que nos salpica a todos los que transitamos estos años de trabajo al servicio de un periodismo inclusivo, amplio, decente y democrático. No pongo las manos en el fuego por la transparencia ética de Ernesto. Pongo todo el cuerpo.

Un país gobernado por una “familia” de burócratas del hambre bajo la fachada de “pobreza cero” necesita, es obvio, de burócratas de la infamia bajo la fachada de “todas las voces”.

Voy a resignar ingresos económicos, pero jamás dignidad y convicciones. Somos hijos y nietos de nuestras Madres y Abuelas, somos hermanos de los organismos de derechos humanos, parafraseando a Néstor. Y eso no tiene precio.

Se nos ha acusado en declaraciones periodísticas no desmentidas, de haber causado daño a la radio por nuestra actitud militante. Lo que para Figueroa es una acusación para mí es un orgullo, un emblema que llevo impregnado en mi ADN ideológico. Además, el reproche es también militante, pero del lado Lombardi, Macri, Magnetto y buitre de la vida. La grieta, que le dicen.

Los oyentes que supe conseguir así me lo han hecho saber. Y con eso me alcanza.

Dejo a queridos compañeros en la emisora. Ellos sabrán defender la honra de cada uno de nosotros y la suya propia. Los otros, los de una nueva decepción, tendrán su conciencia en paz o no, allá ellos.

No quiero ni puedo formar parte de un organismo que tiene directivos que espían nuestros perfiles en las redes sociales (también hay pruebas de confesión) o que lamentan que Juan Cabandié haya quedado vivo. Me repugna.

Nacional Mendoza ya no es mi casa. Tengo mucho por hacer, por construir y reconstruir, estoy lleno de proyectos y, sobre todo, lleno de amor por los humildes de la patria, por los humillados de cualquier índole.

He pasado momentos maravillosos en estos años y ese combustible me impulsa.

Gracias por el aguante y la comprensión. No abandono, busco nuevos territorios culturales. Allí nos encontraremos.
Julio Rudman

Con que no nos jodan alcanza
Por: Gabriela Figueroa - Directora de Radio Nacional Mendoza
Carlos La Rosa, en su columna del domingo bajo el título “Con que no nos jodan alcanza” plantea que hay quienes creen que los medios de comunicación “sólo sirven para embrutecer a la gente si los manejan otros, pero si los manejan ellos sirven para adoctrinar en las ideas justas, precisamente porque en su anticuadísima concepción piensan que los medios lavan la cabeza para el lado de las ideas malas o para el de las buenas. O sea, para ellos el pueblo siempre es manipulado”.

Llámase periodismo militante a este invento de “tener el deber de trabajar en los medios públicos sólo para una causa política que se adecue a mis ideales”, aunque la contrapartida no sea no trabajar sino joder a los que trabajan.

La idea pareciera ser algo así como: me quedo en el medio público, que me pague este gobierno al que detesto, y me martirizo y me victimizo para que los militantes que me siguen vean el servicio a la patria que estoy haciendo.

Nunca visto. Nunca leído. Hemos retrocedido en el concepto de medio público de una manera impensada.

Los medios públicos que son del Estado argentino y los pagamos todos deben estar al servicio de la comunidad y no al servicio de un partido político. Si no, blanqueemos y digamos “medios del Gobierno” y, por qué no... el partido oficialista también podría tener medios que digan cuál es la propuesta del que gobierna.

Pero el periodismo -que debe tener como horizonte la objetividad, la verdad, la pluralidad de voces y la honestidad intelectual- que trabaja en los medios públicos tiene que dejar de ser una máquina de propaganda política porque la gente que con sus impuestos paga esos sueldos, no los paga para eso ni quiere escuchar relatos K, M o Z.

La esencia del periodismo es la crítica y se debe ejercer con responsabilidad y respeto.

Quedé sorprendida cuando el periodista y matemático Adrián Paenza volvió a la televisión abierta con su programa en la TV Pública, diciendo: “Yo no quería hacer más este programa. Yo no quería trabajar para este gobierno. No quiero trabajar para la administración de Macri”.

Profesor Paenza. Nadie lo obliga. No trabaje si su concepción es que no quiere ser empleado de Macri. Hay otros canales, radios, diarios, que van a recibir su talento con los brazos abiertos y hay una gran cantidad de jóvenes profesionales que esperan su turno con gusto para ocupar ese espacio en la TV pública. O véngase a Mendoza para “ser empleado” de Vila-Manzano, Alonso o Álvarez.

Además ese “no querer trabajar” contagia a productores, camarógrafos, locutores y toda la gente que lo rodea y vuelve el ambiente tóxico. No hay nada más dañino que trabajar a desgano en un lugar donde uno no quiere. No haga ese servicio a la Patria. Nadie le pide que se inmole por las convicciones de sus fieles seguidores políticos y de sus jefes partidarios.

Algo similar pasa con el intelectual y querido Julio Rudman, quien el viernes pasado, en su programa El Candil y en diálogo conmigo, al aire manifestó que no quiere ser parte del equipo de trabajo de RTA en donde “hay una directora nacional que tiene una cuenta fuera del país (declarada) y que eso muestra una dosis de patriotismo deficiente; un subdirector que lamenta que Juan Cabandié haya quedado vivo después de la dictadura militar, y piensa que “el ministro Lombardi suena muy parecido a Lonardi”.

A Rudman y desde el primer día de gestión -hace un mes- le pedí que formara parte de la programación definitiva de Radio Nacional Mendoza, a lo que respondió que no. Sé que no tiene que ver conmigo en particular. No entiende que no estamos trabajando para un gobierno sino para un Estado en el que la idea es que haya más federalismo, que se escuchen las voces de los departamentos, de las ONG, que haya más servicios a la población y que se dejen de lado las divisiones y las faltas de respeto. Basta ya de dictadores Lonardis o de yeguas Cretinas. Hay instituciones y hay democracia.

La programación de transición que empieza en Radio Nacional Mendoza ha sido elaborada por los mismos empleados, bajo la coordinación de Valeria Roig, y en un 95% se pondrá en funcionamiento esta semana. Habrá algunos cambios de voces y de estilos. Más periodismo de investigación y pre-producción.

Nadie obliga a nadie a que se quede si no quiere. Hay libertad absoluta de palabra y de acciones. Los que no entienden este concepto de medio público y habla de resistencia como si estuviéramos en guerra, bajo el lema de “volveremos” como una patota periodística del anterior gobierno, con que hagan lo suyo en su ámbito privado y no nos jodan, alcanza.
Fuente: Diario Los Andes

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