miércoles, 13 de junio de 2007

¿Cuál es el costo político y comunicacional de rechazar un debate por TV antes de una elección?

Por Eduardo Zukernik
La decisión de Mauricio Macri de dejar la silla vacía en el segundo debate televisivo tan apetecido por el oficialismo con miras a la segunda vuelta en las elecciones a alcalde de la ciudad de Buenos Aires fue una medida tan poco sorpresiva para muchos que hasta llamó la atención cuando el miércoles pasado el titular del PRO les había dicho a los conductores del programa político que se emite por la señal de cable del Grupo Clarín, que tenía intención de volver a debatir con el candidato de Kirchner, Daniel Filmus.
Es que solo habían pasado horas desde la medianoche del domingo y ya desde el atril de la Casa de Gobierno, el mismo lunes, Kirchner se había encargado de vociferar su bronca contra Macri, el contundente ganador del domingo 3 de junio, exhibiendo una irascibilidad que no sólo comenzó cuando nadie de su gobierno llamó para reconocer al ganador de la primera vuelta, sino que el propio primer mandatario pasó a descargar artillería pesada contra el presidente de Boca Juniors, intentando convertirlo en el enemigo público número uno. A esa andanada le siguió una nueva lluvia de afiches en la vía pública.
Antes de dar el no a los conductores del talk show de TV por cable A dos Voces, que organizan el debate, Gustavo Silvestre y Marcelo Bonelli; la discusión interna que se dio en el estado mayor electoral del PRO pareció dividir aguas, aunque la mayoría probablemente con la experiencia del debate del 2003 frente al izquierdista ex alcalde Aníbal Ibarra, coincidía en que eran más los riesgos que las probabilidades de mejorar una performance electoral que a esta altura, solo plantea el interrogante de cuánto sumará la diferencia entre el primero y el segundo, el próximo 24.
Uno de los protagonistas de esa discusión interna fue Cristian Ritondo, número 2 en la lista del macrismo quien admitió, en diálogo con revista Imagen: “estábamos divididos: Jaime Durán Barba (el asesor experto en marketing político) y el jefe de campaña, Horacio Rodríguez Larreta, decían que no se debía ir al debate, ante el actual nivel de agresividad; en cambio, Macri y Michetti querían debatir. Estábamos preocupados porque saquen a ventilar cuestiones personales de Mauricio. Por un lado Filmus dice que quiere debatir propuestas, pero nos alertó una declaración de él en Clarín del domingo, en la que afirma que 'no se gana un balotaje discutiendo propuestas'”.
Ritondo para despejar dudas acerca de la decisión confesó que “Mandamos a hacer encuestas que nos dan que al 91% no le interesa si se hace o no debate, pero reconozco que no sabemos qué campaña va a hacer el gobierno contra Macri, por la decisión de no ir.”
Por otra parte, voces del macrismo especulan con el hecho de que Néstor Kirchner o su esposa, Cristina, sea cuál fuere de ambos el candidato oficialista a presidente en las presidenciales de octubre, hasta ahora no aceptaron ir a debates en sus campañas en el pasado y con seguridad tampoco darán debate con miras a octubre. Por eso el costo de atacar muy duramente a Macri por no ir a un segundo debate podría convertirse en un serio boomerang para el oficialismo dentro de tres meses.
Por su parte, Ritondo agregó: “Al plantearse el hecho de que Filmus ofreció firmar un pacto de no agresión, el operador del macrismo remarcó su desconfianza: no nos extrañaría, conociendo al gobierno, que en el medio del debate lo violen, y como Mauricio no tiene sangre de pato, se corre el riesgo que conteste, y ahí se desarme la estrategia. Además mientras decían eso, tapizaban las paredes con afiches agresivos.”
Está claro que si uno no quiere, dos no pueden, pero también lo están las opiniones encontradas entre expertos en Comunicación. Uno de los más firmes defensores del debate es Gustavo Martínez Pandiani, decano de Ciencias Sociales en la USAL quien sentenció que el electorado iba a castigar a Macri por su decisión de ausentarse del segundo debate.
“Macri toma esta decisión de bajarse del debate siguiendo una larga y lamentable tradición en la política argentina, que es creer que quien va ganando no debe aceptar debatir con sus oponentes. Recordando las deserciones de Menem frente a Angeloz y De la Rúa frente a Duahalde, Pandiani destaca que “esto tiene que ver con que los candidatos especulan con que el costo seguro de bajarse del debate es menor que el costo eventual de que se presten al debate y les vaya mal, entonces sacan la cuenta”, afirmó.
En cambio, para el periodista e integrante del equipo de Dick Morris, Luis Rosales, la cuestión ofrece dos interpretaciones posibles: “Desde el punto de vista de lo políticamente correcto está mal. Desde el punto de vista de la comunicación electoral y el marketing electoral a Macri le conviene no debatir. No es necesario - aseguró- son candidatos con mucha diferencia entre ellos y concluyó “creo que es una decisión inteligente desde el punto de vista de la campaña (electoralmente), pero es incorrecta desde el punto de vista de lo que queda bien”.
En la visión de Cecilia Mosto, titular de la consultora CIO, especializada en medición de comunicación en medios y asesora de Macri en análisis mediático, “el rechazo al debate marca siempre quién gana y marca la posibilidad que tiene de restringir su exposición. Mauricio Macri es tan expuesto por su oposición, como por él mismo. La campaña de Filmus hace foco en él, de manera casi excluyente, aportándole un caudal de presencia negativa importante al candidato PRO. Creo que la decisión de no debatir lo debilita, en términos mediáticos, menos que la de haber salido derrotado en el debate, pero esa comparación forma parte de la ciencia ficción. La realidad es que hoy tenemos un abanico de voceros K con posibilidades discursivas en su contra”.
Para el publicitario Jorge Vázquez de ADV Vázquez y ex responsable publicitario de las campañas por la reelección de Carlos Menem en 1995 y 2003, la decisión de Macri “es lógica desde el punto de vista estratégico. Desde el punto de vista político, si el gobierno no lo hace, ¿por qué lo tiene que hacer él? Va ganando cómodamente, no lo beneficiaría. En el marco de la campaña sucia, es lógico que no se preste al debate.”
A pesar de los datos de la encuesta que empujó la decisión del no en el macrismo, también difiere entre los expertos el pronóstico sobre cuentas a pagar o por cobrar por la fórmula Macri-Micheti, en un par de semanas.
Según el enfoque de Martínez Pandiani, “el costo que Macri va a pagar por no debatir va a quedar amortizado por una suerte de victimización en la cual entró el candidato por mérito de las agresiones que recibió durante la campaña”. En este sentido el académico destacó la presencia de la actual jefa del bloque macrista en la Legislatura porteña, como número 2 de la fórmula, señalando que esa compañía ha hecho que Macri se haya vuelto políticamente victimizable, “ya que en el 2005 fue igualmente atacado desde el gobierno, pero en ese momento no era victimizable por su pertenencia social familiar y empresarial. Pero el ingrediente Michetti –redondeó-ha hecho más creíble a nivel colectivo su condición de víctima”.
Acerca de los ataques personales al candidato con mayor preferencia electoral entre los porteños, y su valor estratégico de cara al balotaje, Mosto recordó que el método ya fue ensayado con éxito por Ibarra, “pero ahora hay otro Macri”. En esta oportunidad Mauricio Macri es "diferente", al de cuatro años atrás y puede exponer ese argumento (el de la campaña sucia) a su favor, provocándole algún daño a un oponente que viene exhibiendo tácticas ya desgastadas frente a la opinión pública. Lo que hay que preguntarse es si el argumento ("no voy porque estoy cansado de la campaña sucia") soporta la decisión, una vez aceptadas todas las condiciones para debatir.
Aunque el canal Todo Noticias, según encuestadoras de audiencia por TV alcanzó sólo 6 puntos de ráting en el primer debate, muy lejos de Tinelli y Gran Hermano VIP, lo que miden los candidatos y sus asesores es la repercusión en las radios y diarios el día después.
Por eso la sensación es que Macri podría perder nuevas adhesiones, en cambio Filmus perdería la última oportunidad de restarle parte de la mucha que ya obtuvo.
En este sentido, coincidiendo con Martínez Pandiani, Mosto observa que el candidato del PRO tuvo un recorrido de campaña donde “A mayor exposición ha obtenido mayor adhesión y se pregunta. ¿Por qué sería diferente en este caso?
En cambio Vázquez y Rosales no dudan en que lo mejor para Macri es no debatir. “No creo que pierda votos si decide debatir con Filmus”, -aseguró el publicitario- “creo que el debate sólo puede lesionar su imagen y sacarlo un poco de esta posición de moderación y tranquilidad que viene teniendo”. Rosales también es concluyente y no duda en apoyar la negativa al combate: “Creo que exponiéndose tiene todo para perder, puede someterse a críticas, campaña negativa en su contra...”
Del 2003 a la fecha, después de elegir al primer presidente pos 2001 dejando en suspenso la ley de elecciones internas partidarias ”por única vez”, el juego limpio de la competencia democrática, sigue plagado de asignaturas pendientes. Es que la reforma política anunciada en la urgencia de los días del “Que se vayan todos”, quedó en el arcón de los recuerdos. En ella se iba a legislar sobre la obligatoriedad por ley del debate entre los candidatos. Por eso y mientras esa norma duerma el sueño de los justos, concurrir o no a un debate entre candidatos seguirá siendo una cuestión librada a la voluntad de los protagonistas.

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