miércoles, 4 de julio de 2007

Las imágenes del cadáver de Nora Dalmasso pusieron en el centro de la polémica un nuevo aporte a la telebasura

Por: Eduardo Zukernik
La degradación permanente al buen gusto y la estética a que nos tiene acostumbrados la televisión de aire, la semana pasada volvió a provocar una mezcla rara de sorpresa e indignación cuando el noticiero vespertino del canal América TV salió a tentar el ráting recurriendo a un golpe bajo que, lejos de despertar audiencias masivas, sólo trepó un punto de ráting y lo catapultó al dudoso privilegio de alcanzar la cima en materia de abusos, no sólo en la violación al horario de protección al menor, sino también en arrojar por la ventana todo parámetro ético en la difusión de noticias.

La exhibición de fotografías del cadáver desnudo de la infortunada Nora Dalmasso, con evidentes signos de lesiones, mediante un macabro juego de lentes con zoom, que parecían pretender escrutar cada centímetro de su anatomía, revelaron que algo debe estar ocurriendo en materia de permisividad en el ComFeR al hacerse notorio que en medio de una voracidad por aumentar la facturación publicitaria, productores y dueños de los canales de televisión están dispuestos a transgredir cuanto límite imponga el sentido común, las normas del ente regulador y claro está, fundamentalmente el respeto por la intimidad de las personas.

El juego de intentar aumentar la audiencia del noticiero América Noticias comenzó el pasado miércoles a las 19.30, cuando los conductores Guillermo Andino y Mónica Gutiérrez adelantaban el valor de un “documento exclusivo” que pondrían en el aire y que, más allá de lo que aseguren ambos conductores, el director de contenidos del canal, Román Lejtman o el empresario y principal accionista Francisco de Narváez, nadie cree que esas fotos que acompañan el expediente judicial llegaron a sus manos por gentileza de alguien interesado en esclarecer el asesinato. Para las mentes menos perspicaces del negocio televisivo, las copias de esas fotos cuyos originales se tomaron en la morgue y acompañan el expediente judicial, deben haber redituado algún beneficio (se mencionaron 15 mil pesos) a los bolsillos de algún inescrupuloso.

La decisión de poner en el aire las imágenes en cuestión dieron lugar a un recurso de amparo interpuesto por la familia de Dalmasso, donde una jueza de Córdoba acogió el planteo y anticipó que multaría con 50 mil pesos a los medios que repitieran las exhibiciones y con 20 mil al ComFeR, por incumplimiento de sus funciones.

El director de Contenidos de América TV, el periodista Román Lejtman, que en la década del 90 adquirió notoriedad cuando investigó el affaire de las narcovalijas que afectaron a la ex funcionaria menemista Amira Yoma y luego, según dijo la mujer en un programa de Mariano Grondona, se convirtió en el periodista que más respetaba, está convencido del aporte que se logró con la emisión de las fotos de Nora Dalmasso ya que “se trató de informar de la mejor manera posible sobre un hecho terrible y doloroso”.

Al día siguiente de las emisiones la propia conductora Mirtha Legrand, de ese canal, le enrostró a Guillermo Andino, de visita en sus “Almuerzos”, el mal gusto y su rechazo a las imágenes emitidas en el noticiero que aquel conduce. Andino habló de un debate entre los profesionales que participan del ciclo periodístico antes de mandarlas al aire pero quedó desacomodado cuando, para poner fin al mal momento, se vio obligado a reconocer la “valentía” de Mirtha que “siendo empleada del canal no ocultaba su posición contraria a lo visto en el noticiero”.

El diputado y empresario De Narváez además de principal accionista de América TV, a través de una inversión reciente donde quedó con la mayor parte de la sociedad, paralelamente al ejercicio de su banca en el Parlamento, cada semana es noticia en el canal de su propiedad, que lo sigue en cada acto político, después que se autoproclamara candidato a gobernador bonaerense.

Precisamente De Narváez en uno de esos actos, recientemente hizo gala de una fuerte convicción ética cuando se conoció que su principal competidor por el sillón de Dardo Rocha, Juan Carlos Blumberg, no tenía el título de ingeniero con que se lo mencionaba y, tras descalificarlo por “mentiroso”, le aseguró a su audiencia que “nunca tendría lugar en su espacio político”.

Para el periodista Pablo Sirvén, un especialista en televisión y también alguien convencido de que si el público y los anunciantes no hacen nada, este camino de deterioro en la TV seguirá su descenso hacia el más descarnado vacío ético, lo único que puede hacer el público para defenderse es crear una sociedad que los agrupe y reclamar mediante dicha entidad a los poderes públicos o, simplemente recurrir a la Justicia como simple ciudadano. De igual modo podrían actuar los anunciantes.

Podría agregarse también que ante la pasividad o complacencia de muchos patrocinantes, las eventuales entidades que agrupen a televidentes que rechacen los contenidos decadentes que ofrece la TV actual , como en países del Primer Mundo, tienen una poderosa herramienta a mano que consiste en llamar a boicotear el consumo de los productos de aquellas empresas que auspicien la televisión basura.

Sería un primer paso para salir de la indefensión absoluta que denunciaron más de ocho mil entrevistados en una reciente encuesta sobre la televisión, que realizó la consultora Mora y Araujo, a pedido de la ONG Asociación por los Derechos Civiles.

De allí salió una conclusión que La Nación llevó a su tapa; eran días del baile del caño exacerbado por Tinelli, en competencia con el escasamente imaginativo escenario de vulgaridades actuadas y trasmitidas como vivencias de entrecasa, por un grupo de jóvenes encerrados en el llamado reality show Gran Hermano, una contundente muestra de televisión barata y al alcance de todos.
¿Qué respondió el 80 por ciento de los ocho mil entrevistados en las principales, ciudades de la Argentina?: que “la TV es perniciosa”; que “afecta negativamente la educación de los chicos en edad escolar”; que “no se respetan los horarios de protección al menor” y que “el órgano estatal de control (el ComFeR) no hace nada para evitarlo”.

Frente a las voces de reclamo, los responsables de la televisión generalmente echan mano de un expediente por demás avieso y maniqueo: la gente quiere ver estos contenidos y quienes los rechazan, pueden cambiar de canal o apagar la TV”. La afirmación resulta cómoda para eludir las críticas, pero no deja de ser una falacia. La gente no tiene opciones para cambiar el menú, simplemente porque no se la consulta para crearlos y además, desde hace medio siglo la costumbre de ver televisión es parte de la cultura en la mayor parte del planeta. Esa misma cultura que la televisión produce y legitima cada día, construyendo usos, costumbres, voces y valores. Seguramente gran parte del problema es que quienes la manejan no están capacitados para advertirlo.
Fuente: Update semanal de la revista Imagen

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