martes, 19 de febrero de 2008

La Crítica de Jorge Lanata: "Hoy casi no quedan periodistas"

El domingo 2 de marzo sale Crítica de la Argentina, el diario de Jorge Lanta. Ante su “último” gran desafío, según sus propias palabras, el periodista habla de todo: de sus expectativas generadas y sus temores, la falta de ideas en los medios, el dinero y la felicidad, los problemas del gobierno de Cristina Kirchner y el futuro de los diarios de papel.
Un joven Raúl Alfonsín tomando sol en la playa. Carlos Menem de espalda, pequeñito, en medio de la nada. Una rubia bonita de curvas contundentes. Ex represores, con la mirada vencida. Todas estas imágenes cuelgan de las paredes. Enmarcadas. Son viejas tapas de El Porteño, Página/12, Ego, Veintitrés. Todas tienen que ver con la historia de Jorge Lanata.
Pero un cartel sobresale en el primer piso del edificio de Maipú al 200. Está junto a la puerta de la oficina del director. "Faltan 20 días", sentenciaba el pasado lunes, en grandes letras rojas. Contar los días que restan para la salida, una costumbre en los medios fundados por Lanata. Y ahora lo hace con Crítica de la Argentina, el diario que aparecerá el domingo 2 de marzo y que se convirtió en una de las noticias más esperadas.
Lanata enciende un cigarrillo -otro más-, para arrancar el diálogo.
-Otra vez armando una redacción...
--Sí... no se para qué carajo digo que no lo voy a hacer más ¿no? A partir de ahora no voy a decirlo más.
-No te creo, si estás diciendo que este diario es lo último grande que vas a hacer.
-Pero eso es por una sensación, que no la tengo yo solo, otra gente del equipo también. Tiene que ver con la edad, no vamos a armar un diario a los 55 años. La fuerza física que hace falta para armar un medio es importante. Pasaron veinte años desde que fundé Página/12, y veo la diferencia, hay cosas que no te bancás como antes. No te podés quedar 18 mil horas despierto, tenés que dormir la siesta (risas).
-Dejando de lado tus comienzos y la última experiencia en Perfil, siempre trabajaste en medios creados por vos. ¿Si el medio no es a tu imagen y semejanza, no podés trabajar?
-Es cierto, del Porteño para acá pasó eso. Creo que tiene que ver con que empecé muy chico y en un momento lo lógico era que armara un medio. Lo de Página/12 fue un imprevisto. Fue posible porque éramos muy chicos, éramos caraduras y no sabíamos cómo se hacía un diario. Eso fue lo que nos permitió hacerlo. Ahora, muchas veces me pregunté otra cosa: ¿por qué en una etapa los medios que fundo dependen mucho de mí? Y eso es una lástima, un error, una falencia mía. Yo me fui con Página/12 vendiendo 50 mil diarios y hoy vende 7 mil. Vos podés creer que eso habla bien de mí. Pero no, habla mal. Tendría que poder armar una estructura que me trascienda. Y no pude hacerlo, más allá de que el caso de Página/12 es particular porque se vendió. Eso lo vivo como un fracaso, no como un éxito.
-Cuando creaste Página/12 tenías veintipico de años...
-Veintiséis.
-Ahora, a los 47, ¿sentís el mismo cosquilleo en el estómago al empezar de cero un medio?
-En un punto es muy parecido. Pero también me siento más tranquilo, yeso me pone nervioso. La tranquilidad viene porque pasaron veinte años y yo sé más o menos lo que quiero hacer, antes no tenía ni idea. Puteo por las mismas cosas, porque las notas están mal escritas, porque la cabeza está en el cuarto párrafo.
Pero esto es una constante. Recuerdo que antes de que saliera Página/12 fui a mostrarle el número cero a Jacobo Timerman, con quien siempre tuve una relación muy rara de amor-odio. Me acuerdo que él criticó del diario lo que después quedó con más fuerza, que eran las tapas. El estaba acostumbrado a un diario más tranquilo, con menos punch. Y la otra cosa que dijo, que me acordé siempre, es que no hay periodistas (risas) Y yo pensé: este tipo está viejo, cree que no hay periodistas. Pero es cierto que quedan pocos periodistas...
-Definí qué es ser periodista.
-Para mí el periodista es un tipo que tiene buenas preguntas, que tiene buenos planteas frente a la realidad. Una persona a la que le interesan las historias, que es lo mismo que decir a la que le interesa la gente. Cualquiera hace una buena nota con Hillary Clinton, el problemas es hacer una buena nota con el portero de acá abajo. Y el portero de acá abajo tiene la misma grandiosa o miserable historia para contar que Hillary Clinton. Es un tipo que debe haber amado, debe haber odiado, debe haber perseguido algo. Saber ver eso es ser buen periodista. Hay otra cosa que se ha ido confundiendo con los años, y que es qué es ser editor. Ahora se llama editor a cualquier boludo que planta una página. Y un editor es un tipo que hace un medio. Y acá no hay muchos editores. La otra cosa de estos años que me llama la atención y que me di cuenta ahora es que hacía mucho que no se formaba gente, que la última gente que se formó fue en Página/12.
-En el sitio...
-¿Sabés cuántas visitas tuvo el sitio el viernes? Cuarenta y siete mil, es un delirio. Y no hicimos publicidad. Es rarísimo, yeso que es el diez por ciento de lo que va a ser el sitio...
-Ahí vos presentás a Crítica como el último diario en papel.
-Sí. Tiene que ver con lo que pasó en el último congreso de editores de diarios, donde los yanquis extendieron el certificado de defunción de los diarios de papel. Yo no creo que eso vaya a ser así. Primero que una cosa es el norte del mundo y otra cosa es el sur, acá todavía la conectividad es baja, del 36 por ciento. Los diarios de papel van a convivir con los electrónicos. Pero me gustaba la idea de que mientras los grandes diarios en el norte reciben el certificado de defunción, un grupo de locos en el sur se ponen a hacer un diario en papel, es como ir en contra de la corriente.
-¿Seguís sosteniendo que uno se entera de lo que pasa por radio y televisión, pero que lo entiende por los medios escritos?
-Sí. Y cada vez es más así.
-Bueno, algunos periodistas dicen cosas en radio o televisión, y después para escribir sobre ese mismo tema toman muchos más recaudas...
-Claro, es por los años de confianza en la palabra escrita. Escribir era un poder que no tenía la gente común, y todo eso fue creando un áurea de autoridad en la escritura que todavía hoy subsiste. Si está escrito es cierto. Igual, en los periodistas veo mucha diferencia de formación. Los periodistas gráficos están mucho mejor formados que los de los medios electrónicos.
-¿Y cómo va a ser la relación de Crítica con la web?
-Para nosotros el diario es uno solo, pero los soportes que lo sostienen son dos: el papel y el virtual. En los casos en que la tecnología nos da más posibilidades que el papel, vamos a ir derecho a la tecnología. En la web vos podés actualizar, en el diario no, sale una vez al día. Entonces la página no va a tener dos mil noticias, va a tener ocho. Las ocho que nosotros elegimos contar.
-Existen muchas expectativas por el diario ¿sentís temor a defraudadas?
-No..., a ver: temor a defraudar tengo siempre, no es nuevo. Temor a que me vaya mal también. A mí me molesta que digan que todo lo que hago sale, porque no es así. He tenido fracasos y he tenido éxitos. Yeso es lo que me vuelve humano, yo me rompo el culo para que las cosas salgan. Ahora, por ejemplo, estoy muy desconcertado respecto de la tirada, porque los distribuidores nos piden que saquemos cien mil ejemplares en el primer número y es probable que cien mil ejemplares se agoten. Nosotros pensábamos tirar 60 mil, y vaya tener en las primeras dos semanas el desconcierto propio de tratar de averiguar cuál es mi piso, no mi techo. Los diarios crecen poquito durante muchos años. Si yo logro en el primer año vender entre 40 y 50 mil ejemplares, estoy súper conforme. No necesito vender más que eso en el primer año.
-En el trailer que aparece en el sitio te dicen que va a ser un desafió que un proyecto de Lanata resulte rentable ¿seguís manejándote mal con la plata?
-(risas) Yo acá no manejo nada de nada, cobro mi sueldo y ya está. En toda organización siempre hay una pelea lógica entre los que hacen y los que pagan. Porque los que hacen quieren hacerla mejor y los que pagan quieren pagar menos. Es parte de la lógica. Nosotros siempre pensamos que es mejor pedirle una nota a García Márquez que a Cachito, pero, claro, García Márquez cobra un huevo y Cachito no cobra nada yeso a lo mejor no se traduce en miles de lectores, pero yo creo que son cosas que a mediano plazo sirven porque te van cimentando la relación con el público. Yo con la guita sigo teniendo la misma relación loca que tuve siempre. En algún momento tuve que decidir entre quebrar yo y quebrar Veintitrés y elegí quebrar yo. Cosa bastante insólita. Me quedé sin nada y empecé de vuelta. Ahora terminé vendiendo una casa para poner la guita acá. ¿Sabés qué pasa con eso?, en algún lugar mío siento que lo puedo volver a generar, entonces, no pasa nada, es plata. Ninguna de las cosas importantes que a uno le pasan tienen que ver con la guita. Ni la felicidad, ni la muerte, ni los hijos. A mí me encanta ganar plata y ojalá ganara más. Pero es nada más que plata, no pasa nada.
-Vos explicaste que al diario lo financian un laboratorio (Richmond), un estudio de abogados, pero cuando te preguntan te molesta que insistan con el tema. ¿Por qué?
-Porque parece que nosotros somos los boludos de turno a los que nos preguntan esas cosas y a otros no. Nadie va a preguntarle a La Nación si dependen de una off shore, nadie le pregunta a Clarín hasta dónde están endeudados, nadie le pregunta a Ricardo García a quién le vende el canal de televisión. A mí me preguntan, y me rompe las pelotas ¿Por qué yo tengo que estar dando examen todo el tiempo y los demás no? Pero igual está todo bien, lo decimos, pero es una pregunta que a mí me rompe las bolas.
-¿Sentís el desafío de hacer algo distinto a lo que hiciste hasta ahora?
-Estoy medio en una trampa con eso. Hay momentos en los cuales trato de llevarlo adelante y otros que digo: ma sí, váyanse todos al carajo y hago lo que me sale. Pero es cierto, para mí diferenciarme de mí mismo va a ser un desafío. A mí lo que se me ocurre hacer no es tan distinto a Página/12, y es lo lógico. Ahora estoy tratando de deliberadamente hacerla distinto. Pero también quiero que siga siendo mío.
-¿Hay forma de hacerla de otro modo?
-Es un problema. Igual las tapas van a tener algo de Página/12, pero como Veintitrés, Día D, Rompecabezas tuvieron algo, de Página/ 12.
-Vos decías que estamos en un mal momento del periodismo. ¿Te parece que todo es achacable al manejo del Gobierno con los medios?
..No, no sólo. Hay responsabilidad del Gobierno, por la manipulación de la publicidad oficial, etcétera. Pero también hay responsabilidades nuestras. Yo diría que es al revés, en principio hay responsabilidades nuestras. Todavía seguimos teniendo muchos prejuicios a la hora de informar, hay tipos que sí o sí son deliberadamente buenos y otros que son terriblemente malos, y nunca nos preguntamos si los buenos son tan buenos o los malos tan malos. A veces no somos inteligentes, somos previsibles. Eso nos vuelve poco confiables. Hay como personajes intocables en la vida argentina que no se por qué lo son. Es como que nosotros nos ponemos nuestros propios límites también a la hora de informar.
-Algo de eso te pasó con las críticas que recibiste por tu último libro, la novela Muertos de amor (sobre dos fusilamientos ocurridos durante la experiencia guerrillera en el norte del país).
-Ah cuando me peleé con los padres de la guerrilla, sí.
-Temas con los que, al escribir sobré ellos, te corren inmediatamente a la derecha...
-Lo bueno ahí es que cómo hacen para decir de mí que soy de derecha. ¿En qué fui de derecha en toda mi carrera? O sea, están jodidos. Es más, con un gobierno con el cual teóricamente yo tendría que haber estado bien, estuve mal, me sacaron de la televisión, los denuncié por chorros, les tiré el ministro de Economía el año pasado. Pero bueno, yo escribo lo que siento que tengo que escribir en ese momento, no me pongo a pensar en las respuestas. Lo que sí, yo diferenciaría mucho el microclima de la gente. La gente tiene una relación con esos temas que está mucho más adelante nuestro. Yo he dado charlas con mil y pico de personas en muchos lugares del interior con este libro y la gente escucha y discute, y no lo hace desde el microclima de cuatro pelotudos en el suplemento de Clarín. Son mucho más críticos. Pero lo que pasa es que nadie lo dice, entonces vivimos todo el tiempo arrastrando confusiones. Te doy el ejemplo de un gran preconcepto: la juventud de los 30 mil desaparecidos fue la más importante de la dirigencia argentina. No es así, habrá habido de todo, boludos, inteligentes. Pero es idiota que pensemos así. Pero sabés por qué lo hacemos: porque necesitamos decir que eran especiales para justificar que los hayan matado. Estamos locos. Necesitamos que sean especiales para poder sentir que matarlos estuvo mal. Y no hace falta, porque aunque no hubieran sido especiales estuvo mal matarlos. Bueno, como eso hay millones de tabúes. Ahora, qué, pasa cuando la persona que dice eso dio cuarenta charlas con Hebe de Bonafini, con Pérez Esquivel, laburó con los organismos: ¿Qué pasó?, ¿lo cooptó Macri? No, no me cooptó nadie. A veces tenemos más problemas con nuestros propios prejuicios que con la presión de los demás.
-También es otro prejuicio en el periodismo creer que se hace buen periodismo sólo cuando se realiza una nota de denuncia.
-Eso es una deformación en la que nosotros tuvimos bastante que ver en la época de Carlos Menem, en la que todo el periodismo terminó haciendo periodismo de denuncia.
Pero no es una cuestión de denuncia, las noticias son noticias, no son denuncias. Si el ministro de Economía tiene un bolso con plata en el baño es un hecho, no es una denuncia. Un hecho no es de derecha ni de izquierda. Hay que contrastarlo con las pruebas, nada más. Tampoco nos creamos tan importantes...
-Es que en determinada época el periodismo ocupó ese lugar...
-Es por falla de los otros. Cuando la justicia no existía, existía el periodismo y entonces se lo confundía con la justicia. No tiene que ser así.
Por eso cuando yo digo que ser periodista es tener buenas preguntas, ser periodista también es dudar. No es hablar en dogma: yo tengo razón siempre. No hablar de arriba del ropero. Creo que lo que te vuelve creíble es contar cuando te equivocaste. Porque también podés meter la gamba. En el diario queremos reglamentar el derecho a réplica, que no está reglamentado por ley. Entonces va a haber una sección en la que el tipo que nos quiere replicar cualquier nota puede publicar al otro día la réplica sin pasar por Tribunales. Vamos a probar.
-¿Te arrepentís de haber dicho públicamente que ibas a votar a Néstor Kirchner?
-No, y lo volvería a hacer. En la opción Kirchner-Menem volvería a votar a Kirchner.
-Fue raro haberlo anunciado...
-Además fue la única vez que lo dije, después nunca más mencioné a quien iba a votar.
Después de las elecciones siempre digo a quien voto, pero antes no, porque no me parece bien. Pero repito que en aquella opción volvería a votado porque en términos de la agenda del país fue beneficioso el cambio. Y la discusión de quién la tiene más larga me parece ridícula, de cuándo se roba más es una discusión imbécil, lo que quiero es que no se robe nunca. Si se robaba más antes que ahora me parece una pelotudez.
-Cuando Elisa Cardó te ofreció ser candidato a jefe de Gobierno porteño, ¿fue un error haberlo pensado tantos días antes de decir que no?
-Sí, tendría que haber dicho que no enseguida. Pero la cantidad de gente que me llamó esos días para que agarrara fue impresionante, me llamó todo el mundo: políticos, jueces, periodistas
-¿Nadie te decía que no te convenía presentarle a las elecciones?
-No, me lo dijeron después. Lo que pasó fue que justo hice un viaje a Malvinas por una semana: Dije: me voy y pienso. Cuando volví, hice una reunión en casa con amigos y Sara, mi mujer. Discutimos y al final llegamos a la conclusión de que era una locura. No sirvo para eso, no me lo bancaría.
-¿Por qué decís que se viene un año movido en política?
-Y, mirá... hay una inflación encubierta' que el Gobierno se niega a reconocer. Es loco eso, porque por un lado niega la inflación pero por otro propicia paritarias por un veinte por ciento de aumento. Eso va a crear un tira y afloje social grande. Y después la otra cosa que me preocupa es que no veo hoy el gobierno de Cristina, no lo hay. Va a actos, pero no hay un gobierno. Creo que el hecho de haber apostado a la continuidad hizo que ellos perdieran la iniciativa. La iniciativa que tiene un gobierno que ganó por un porcentaje muy alto. Es como que ese porcentaje se diluyó al ratificar el Gabinete. Estamos viviendo una suerte de reelección sui géneris, adonde el reelecto no es el mismo pero es casi el mismo. Ahí, pienso ¿a los ministros los ratificaron para después sacados? ¿El gobierno espera una crisis?, ¿por eso puso ministros fusibles? Hay que ver qué pasa a lo largo del año, pero estas cosas lo van a hacer movido.
-Volviendo al diario, ¿temés que haya presión para que no te pongan avisos?
-Espero que no, se supone que vamos a estar en la pauta como todos los medios. Eso en el caso de la publicidad privada que a mí es la que más me importa, porque realmente la publicidad estatal la cobrás a los premios y es algo muy variable y depende de cómo te lleves con el gobierno de turno. Acá lo importante es tener avisos, y hasta hoy lo que nos dicen es que van a poner. Vamos a ver si es cierto, no falta mucho, en veinte días lo vamos a saber. Yo pienso que al principio vamos a tener publicidad, el tema es después cómo la mantenés.
-¿Tenés otro libro en mente?
-Estoy trabajando en un libro con Gabriela Esquivada, que son textos de los últimos veinte años que no escribí para publicar. Hay de todo, hay prosa poética, es como un diario, es una cosa medio rara. Hablo de todo, de Página/12, de la droga, de las minas. No sé, lo voy a llamar "Hora 25" [su viejo programa de radio a la medianoche], porque me parece que es lo más literario que yo hice. Y lo voy a ilustrar con todas fotos de mi escritorio, como si fuera un gran rompecabezas, un cenicero, un grabador. La idea es sacarlo para fin de año.
-¿Te definís como un periodista de gráfica?
-Sí. Yo escribo. Lo que yo hice desde que tengo doce años es escribir.
-La televisión fue un accidente.
-Sí, y la radio también. Te voy a contar algo que ilustra eso y que me parece que nunca lo dije. Yo dejé de trabajar 'en periodismo en 1977, cuando en un programa de folclore que hacía en Radio Nacional con Miguel Angel Inchausti, de Los Arroyeños, un día el gerente de programación me dice que prohibió pasar un tema de Mercedes Sosa porque decía la palabra pobre. No volví a trabajar en periodismo hasta 1982. Y me engancho en el periodismo de una manera casual: presenté un proyecto a la OEA de un tren que recorriera todo el país con una muestra itinerante de artesanías latinoamericanas. Y me lo aprobaron. Estuve todo el año recorriendo los pueblos del país con el tren. En esa época escribía en mi Lexicon 80. Es más, era el cuarto año de Página y yo era el único que no estaba informatizado.
Me acuerdo que el Gordo (Osvaldo) Soriano me daba manija para que escribiera en computadora y yo no quería. Pero vuelvo al tren.
Un día me llega una carta, y estaba escrita en Lexicon 80, cuando vi la carta pensé: Huy, ésta es mi letra. Vos fijate qué nivel de locura. Bueno, vos me preguntás qué hago: yo escribo, la Lexicon 80 es mi letra.
Fuente: Revista Veintitres

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