lunes, 22 de septiembre de 2008

“El periodista ha pasado de víctima colateral a objetivo”

Reporteros sin Fronteras lleva veinte años denunciando los crímenes contra la libertad de expresión. prlatam ha entrevistado a Mercedes Arancibia, representante de la ONG en España, para quien “la vieja táctica de matar al mensajero para que el mensaje no llegue nunca” sigue vigente. En Latinoamérica, además de la muerte de los periodistas, está habiendo un aumento de la victimización de sus familiares.
RSF es una organización muy “productiva” en las denuncias de atropellos a la libertad de prensa, pero ¿a quién le interesa este tipo de información, quiénes son vuestros “públicos”?
Evidentemente, en primer lugar los periodistas y los defensores de los derechos humanos en general. Y después, lo que se llama “el público en general”, porque hay que tener siempre presente que el derecho a la información no es sólo el derecho de los periodistas a informar, sino fundamentalmente el derecho de toda la sociedad a recibir información.

México y Colombia son los principales focos de conflictos con la prensa en Latinoamérica, ¿cómo ha evolucionado la situación en los últimos meses?
En el caso de México, los ataques, amenazas y asesinatos de periodistas, son fundamentalmente obra de las distintas mafias que controlan los muchos tráficos, de drogas, personas o gasolina, que existen, sobre todo en las zonas fronterizas con Estados Unidos. La situación se mantiene más o menos parecida durante los últimos tres o cuatro años. En 2007, México fue el segundo país del mundo en cuanto a número de informadores asesinados, después de Irak donde, no lo olvidemos, hay una guerra.

¿Y Colombia?
En Colombia, los enemigos de la información son más: dos guerrillas diferentes, paramilitares oficialmente desmovilizados pero, en la práctica, armados todavía y que se venden al mejor postor, narcotraficantes e incluso caciques locales que contratan asesinos a sueldo. También podemos hablar de una situación estable. Todos los años se producen asesinatos de periodistas y son muy frecuentes los casos de acoso, amenazas e incluso ataques. No pasa un año sin que algún periodista colombiano se vea obligado a marcharse de su ciudad e incluso del país, porque él o su familia están amenazados de muerte.

En vuestros informes, China lidera las violaciones a la libertad de expresión, ¿varió de alguna manera esta situación durante los Juegos Olímpicos?
En absoluto. Las autoridades chinas no cumplieron el compromiso que asumieron en 2001, cuando les concedieron la organización de los JJOO de Pekín, de mejorar las libertades fundamentales en general, y la libertad de prensa en particular. Ya en plena realización de los Juegos hubo algunos gestos menores de los dirigentes chinos que, por ejemplo, abrieron algunas páginas de Internet que están siempre bloqueadas, como la de Reporteros sin Fronteras o Amnistía Internacional, pero también otras de medios informativos como la BBC. Esto no afectó a todos los ciudadanos: solo se podían consultar en sitios concretos, como el Centro de Prensa de los Juegos y, desde luego, no en el Tibet. Por lo demás, los periodistas encontraron muchas dificultades para efectuar reportajes de temas no deportivos, no consiguieron visados para ir al Tibet, ni a las provincias aledañas que tienen población tibetana, y en su trabajo fuera del recinto de los Juegos tuvieron que ir casi siempre acompañados por “guías”. Por cierto, que se les “aconsejaba” contratar guías y traductores en los sitios oficiales, y no hacerlo de forma independiente.

Recientemente se ha dado a conocer un informe del PNUD en el se concluía que ejercer el periodismo en Guatemala conllevaba un alto riesgo, ¿Cuál es la situación real, según RSF, de este país?
Pues, efectivamente, este ha sido un mal año para la prensa en Guatemala. En enero, un periodista apareció muerto en la habitación de un hotel con una bala en el corazón. En mayo asesinaron a un corresponsal local del diario Prensa Libre, y en agosto, en menos de 24 horas secuestraron al director y agredieron a un periodista del diario El Periódico. Y, justo antes de empezar el año, en diciembre de 2007, mataron a un joven presentador de una radio local. Nosotros no tenemos constancia de que se haya resuelto ninguno de esos casos.

¿Consideráis que informes de instituciones como el PNUD de las Naciones Unidas pueden ser más contundentes a la hora de provocar alguna reacción de las autoridades?
Todos los informes emitidos por organismos o instituciones de probada solvencia deberían pesar en el ánimo de las autoridades y, sobre todo, en su voluntad de perseguir a quienes cometen éstos y todo los demás delitos. Lo que ocurre es que, en muchos países, existe connivencia abierta o solapada entre algunas de sus autoridades y quienes cometen los delitos.

¿Cómo es vuestra relación con otro tipo de organismos que también velan por el respeto a la libertad de expresión en Latinoamérica como la Federación Latinoamericana de Periodistas o el Instituto de Prensa y Sociedad?
De colaboración

¿Son los periodistas amenazados o agredidos los que se acercan a RSF o la iniciativa parte de vosotros? ¿Qué otras fuentes de denuncia tenéis?
En un gran número de países contamos con corresponsales que son quienes investigan, comprueban y nos mandan la información. En algunos de ellos existen, además, organizaciones profesionales de periodistas que están al tanto de lo que ocurre. En casi todos, colaboramos estrechamente con las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos implantadas. Y, en algunos casos puntuales, son las propias víctimas, o sus familias según los casos, quienes contactan con nosotros.

¿Qué tipo de respuesta recibís de los Gobiernos?
Pues depende. Los gobiernos democráticos, en general, se muestran receptivos cuando nos dirigimos a ellos; otra cosa muy distinta es que después actúen. Los gobiernos autoritarios a veces responden a nuestras demandas, siempre explicando que la culpa es del periodista que ha transgredido las normas. Y luego hay gobiernos que nos prohíben entrar en su territorio siempre que lo solicitamos, como es el caso de China, Cuba, Guinea, Siria...

¿Y del público en general?
El “público en general” responde a campañas concretas. Por ejemplo, han tenido muy buena acogida las manifestaciones virtuales que hemos organizado en los dos últimos años. O las campañas cuando ha habido periodistas secuestrados en Irak, en Filipinas, en los Territorios Palestinos...

En definitiva, desde los comienzos de RSF, ¿habéis apreciado mejoras en los indicadores de libertad de expresión de las diferentes regiones del mundo?
RSF ha cumplido ya veinte años. Evidentemente, en los comienzos nuestra red de contactos no era lo que es hoy y, por lo tanto, recibíamos menos información de primera mano. Pero sí podemos asegurar que en los últimos años ha empeorado la situación de la libertad de información en el mundo. Y ha aumentado también el riesgo que corren los periodistas en muchas zonas del mundo, sobre todo donde hay conflictos armados.

¿Y en el caso concreto de Latinoamérica?
En países latinoamericanos como Haití, México, Colombia, Venezuela, Bolivia en los últimos meses, no solo han muerto algunos periodistas, sino que muchos otros han pasado por situaciones de censura, amenazas, cárcel... que a veces llegan incluso a salpicar a sus familias. Lo que más nos preocupa, en general, es que en los últimos tiempos el periodista ha pasado de ser una “víctima colateral” del riesgo asumido a convertirse en “objetivo. En la mayoría de los casos de asesinatos han ido a por ellos, les han secuestrado, les han hecho caer en una emboscada... En resumen, la vieja táctica de matar al mensajero para que el mensaje no llegue nunca a su destino.

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