domingo, 26 de febrero de 2012

Bernarda Llorente: "La lógica neoliberal en la televisión también está llegando a su fin"

Claudio Villarruel y Bernarda Llorente, ex directores artísticos de Telefe y hoy socios en la productora ONTV, apuestan por la televisión con contenido, celebran la Ley de Medios y defienden el rol de la Televisión Pública
Por: Paula Bistagnino
Claudio Villarruel y Bernarda Llorente constituyen la dupla más estable del detrás de cámaras de la televisión argentina. Pero su principal logro no reside tanto en las dos décadas que llevan trabajando juntos y los diez años en los que ejercieron la dirección artística de Telefe con éxito indiscutido -revirtiendo el liderazgo histórico de Canal 13-, sino en que lo consiguieron sin que la competencia feroz del medio avasallara sus objetivos de hacer una televisión distinta, en la que el contenido también importa: desde "Montecristo", una novela en la que la protagonista era una hija de desaparecidos apropiada durante la última dictadura militar; "Vidas robadas", otra novela, inspirada en el secuestro de la joven tucumana Marita Verón por una red de trata de personas; "Ver para leer", un programa sobre literatura conducido por el periodista y escritor Juan Sasturain; hasta "Televisión x la identidad", un ciclo de unitarios que ficcionalizó tres historias reales de nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo y que obtuvo un Emmy, el premio internacional más importante de la televisión. “La tele es un negocio y es entretenimiento.
El que no sabe eso, no entiende. Pero también puede ser una herramienta social. Nosotros sabemos cómo funciona el negocio y lo que hicimos fue, sin descuidarlo, hacer la televisión en la que creemos y por la que entramos en este negocio. Porque nosotros vinimos a la tele para eso”, define Villarruel, ante el oído atento de Llorente, su mano derecha en los diez años de Telefe y desde 2009 su socia en ONTV, la productora con la que ya pusieron al aire ficciones como "Contra las Cuerdas" y "Televisión por la inclusión", que este año tendrá su segunda temporada, y el canal 360 TV, que inauguró la era de la Televisión Digital Abierta (TDA) en el país con una programación “soñada” para sus creadores, ya que lograron reunir a Juan Alberto Badía, Gonzalo Bonadeo, Víctor Hugo Morales y José Pablo Feinmann, entre muchos otras personalidades de los medios y la academia. “Creemos en una televisión diferente, comprometida con la realidad y con nuestras convicciones”, completa Llorente.

¿Cuáles son los acuerdos básicos que tienen que tener dos personas para hacer televisión juntas tal y como están los medios hoy?
CV: Es imprescindible tener acuerdos ideológicos y éticos. Después, los criterios personales y los gustos estéticos se pueden negociar. Pero lo ideológico y lo ético no.
BL: El respeto profesional también es fundamental. Porque el proceso creativo en televisión nunca es de uno solo, sino que es una sumatoria de ideas y para que eso fluya tiene que haber una confianza y un respeto básico.

¿Se pueden sostener criterios ideológicos y éticos en un medio con tantos intereses comerciales como la televisión?
CV: El tema es no quedarse en la queja. Yo creo que la única manera de cambiar un sistema es desde adentro. Es muy fácil criticar desde afuera sin tener que dar la batalla desde adentro. Estamos en televisión desde el ’83 y dimos muchas peleas para lograr hacer ciertas cosas. No fue fácil encontrar los huecos, aprovecharlos y jugársela. Y ahí hay que compartir la convicción. Nosotros sabíamos que hacer la tele que piden los que están afuera era imposible porque nos echaban a los dos días, pero tuvimos la capacidad y versatilidad del junco, siempre con una base ideológica, de saber cuándo doblarnos y hasta dónde. Eso nos permitió insertar contenidos sociales y políticos en un gran canal.

Para eso hay que, además, tener la aprobación de los accionistas.
CV: Sí, claro. Nosotros tuvimos siempre una gran libertad para trabajar. Entonces, lo que hacíamos era, si nos quedaba algo de dinero, invertirlo en otras cosas. O sea, cuando te sobra algo, podés guardarlo, repartirlo entre los accionistas o arriesgar con algo que se salga de la fórmula segura. Y así hicimos casi todos esos programas que quebraron el modelo que parecía establecido para siempre y de los que estamos orgullosos. Mucho más que del rating o el haber estado primeros, aunque nunca perdimos de vista que eso también era importante. Y una cosa nos permitió la otra. Porque uno puede tener acuerdos ideológicos con su socio creativo, pero también tiene que estar en el ámbito adecuado para sembrar ideológicamente. Esa fue la gran felicidad que nos dio estar diez años en Telefe.

Como productores de televisión, ¿qué piensan de la Ley de Medios y qué tipo de evaluación pueden hacer en el tiempo que lleva vigente?
BL: Todos los productores, y también los que aspiran a serlo, recibimos la Ley de Medios como una bocanada de oxígeno. Porque uno de los problemas que existen no sólo en la Argentina, sino en la televisión mundial, es que hay un cuello de botella. Porque hoy hay muchísima más gente con ganas de expresarse, de dejar de ser receptora pasiva y convertirse en sujeto activo en los medios, y hasta la Ley las posibilidades de salida al aire eran muy reducidas. De todas maneras, esto es muy reciente, así que es difícil hacer una evaluación de los resultados. Pero sí se pueden evaluar las intenciones, que creo que son muy positivas, porque se trata de democratizar. Hoy lo que hay es una ingeniería institucional que todavía no se ha traducido en una ingeniería operativa. Todavía falta un largo camino en el que seguramente se ratificarán algunas cosas y se cambiarán otras. Lo importante es que el sentido sea siempre el de abrir más canales de difusión y multiplicar las voces.
¿Creen que la ley generará un sistema de medios más federal?
BL: Sin duda. Los medios del interior padecieron lo que la Argentina respecto del mundo. Así como la televisión nacional miraba para afuera en su modelo, hasta ahora los medios del interior lo que hacían era imitar a Buenos Aires. Esos parámetros de producción fueron dejando relegado al interior. No sólo en la televisión sino en la mayoría de las industrias culturales. Hoy, el cambio del proceso parece venir desde el interior a Buenos Aires, porque justamente es la gente del interior la que más necesidad tiene de otras posibilidades y de otras expresiones. Estoy segura de que los nuevos contenidos y formatos que veamos van a venir de las provincias.

¿Qué rol debe jugar el Estado en materia de radiodifusión?
CV: Un rol fundamental, básico. Porque ninguna empresa privada habría permitido generar contenidos como Televisión por la inclusión, si no hubiera habido un concurso como el del INCAA por detrás. La TDA, que recién arranca, pero que ya está generando cambios, es producto de la Ley de Medios. Y va a ser este sistema el que de vuelta el proceso y permita esto que decía Bernarda de que lo nuevo llegue desde el interior hacia Buenos Aires. Creo que además de la pluralidad, que es importantísima, lo que ataca la Ley de Medios es justamente este modelo nefasto que hizo que en todos estos años la radiodifusión del interior fuera una caricatura de la de acá. Pero no porque no tuvieran ideas o intereses diferentes, sino porque era mucho más barato y fácil enchufarse a Buenos Aires. Eso, además, generaba que todos los pibes que estudiaban en el interior tuvieran que venirse acá a laburar. Yo soy cordobés y a mí me pasó. Entonces, al fin, vamos a poder federalizar los contenidos. Eso no quiere decir que en Neuquén vaya a surgir un (Marcelo) Tinelli. No. Van a tener sus propios referentes. Lo que pasa es un proceso socio-cultural a largo plazo y que requiere de paciencia, algo que nos cuesta a los argentinos, porque somos muy inmediatistas.

De hecho, aún no está difundida la TDA y, por ejemplo, 360 TV se ve más por Internet que por la tele.
CV: Absolutamente. Todavía se está armando la red de distribución de TDA y todavía la gente no entiende bien cómo es. Porque es insólito que prefieran pagar y que les pongan el cable para ver los canales gratuitos, cuando pueden tener 24 canales sin costo. Es un desafío hermoso cambiar esto y estoy expectante por ver el proceso.

¿Creen que la TDA podrá terminar con la supremacía de los cinco canales de aire?
CV: No creo que compita, pero va a poner otras cosas. Lleva mucho tiempo cambiar el gusto de la gente, porque la costumbre tiene mucha fuerza. Lamentablemente, nos acostumbramos a un tipo de televisión, con una oferta y un sistema de funcionamiento. Pero yo soy optimista porque creo que el gusto se acostumbra, así como el discurso se genera y el imaginario se forma. Lleva años esto, pero lo bueno es que estamos en el camino. Por ejemplo, en "360 TV" nosotros convocamos a figuras importantísimas, para nosotros un plantel soñado, que aceptó estar por mucha menos plata que la que les pagan en un canal de aire.

¿Ven un cambio en cuanto al compromiso de actores y periodistas con los proyectos?
BL: Creo que siempre ha habido gente artísticamente comprometida y por algo tantos artistas e intelectuales fueron perseguidos en el país. Más allá de eso, creo que sí, que se abre una etapa en la que se juega la convicción de que las cosas pueden cambiar. La idea de que la gente sólo se entusiasma por el dinero es una lógica perversa absolutamente neoliberal. Y eso está cambiando. La lógica neoliberal en la televisión también está llegando a su fin. Un ejemplo es "360 TV" y ahora Radio del Plata -cuya dirección artística asumieron recientemente-, pero también es "Televisión por la inclusión", donde tuvimos a actores como Darío Grandinetti, que hacía años que no estaba en la tele. Más allá de los artistas, mucha gente se está dando cuenta de que tener convicciones es importante y que la participación permite modificar la realidad. Nosotros hemos tenidos la suerte de que muchos crean en nuestros proyectos y se sientan convocados, más allá de por dónde salgan o cuándo dinero les reditúe.

¿Están de acuerdo con el rol que está teniendo la televisión pública hoy?
CV: Totalmente. Creo que es importante que aparezca en la televisión gente que no aparecía y que yo personalmente respeto, como intelectuales que fueron mis profesores en la universidad. O que aparezcan los políticos sentados como ciudadanos. Me parece una democratización tanto del discurso político como del académico. Y no me parece mal que aparezcan defendiendo la posición de un gobierno, aunque el canal sea estatal. Digo, viendo la historia de Canal 7, yo prefiero que se debata quién construye el discurso hegemónico a que se corten manzanas. Tengo reservas y críticas, pero ante todo festejo lo que se hace porque enriquece el debate en la sociedad.
BL: De todas maneras, es importante que el discurso contrahegemónico tenga también otras bocas de expendio. Que el otro discurso esté en otros lados. Nosotros lo hacemos en "360 TV" y queremos que eso se reproduzca. Porque hay una confusión básica que considera que un discurso es plural cuando es opositor y que no es válido cuando es oficialista. Creo que también el 54 % que votó en este país tiene derecho a sentirse identificado y expresado. Y eso es algo que está empezando a pasar y es un avance.
Fuente: La Mañana de Neuquén

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