lunes, 6 de junio de 2016

Federico José Pagura 1923 - 2016

En el mediodía de hoy, y a los 93 años, falleció el Obispo Emérito de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, Federico Pagura, militante incansable, presidió el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y fue un infatigable compañero de las Madres de Plaza 25 de Mayo. Sus restos serán velados en el Concejo Municipal de Rosario hasta este martes a las 14. Respetando los deseos del Obispo Pagura, que manifestó el deseo de que al momento de su fallecimiento, quienes tuvieran intenciones de enviar una ofrenda floral, realizaran en su lugar una donación de ese valor (o el valor que estuviera a su alcance) a alguna organización de la sociedad civil o a la Comunidad Qom. Otra muestra de su gran compromiso con la sociedad.
Dice la crónica que nació Federico José Pagura, en Arroyo Seco, el 9 de febrero del año 1923.

Qué es licenciado en teología y presbítero de la Iglesia Metodista en Argentina desde 1950.

Qué fue electo obispo de la Iglesia Metodista en Costa Rica y Panamá, y allí trabajó entre 1969 y 1973.

Y que fue obispo emérito de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA), que presidió desde 1977 a 1989.

Y dice su extenso currículum sobre su larga militancia social y política: presidente honorario de CELADEC (Latin American Commission of Christian Education); presidente del Consejo Latinoamericano de Iglesias (1978-1995); ex presidente del Consejo Consultivo de Iglesias, del Colegio de Obispos Metodista de América Latina, del Comité de Solidaridad con Nicaragua, del Comité Argentino contra el Apartheid; distinguido por el Parlamento Mundial para la Seguridad y la Paz, miembro de la Comisión Sudamericana por la Paz, la Seguridad Regional y la Democracia constituida en Buenos Aires en 1987; miembro del Comité Honorario Internacional del SERPAJ (Servicio de Paz y Justicia); asesor para la Comisión de Derechos Humanos de la CGT (Buenos Aires); miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la Confederación Latinoamericana de Asociación Cristianas de Jóvenes; ciudadano ilustre de la ciudad de Arroyo Seco y de Rosario. Era miembro de la comisión directiva del Museo de la Memoria de Rosario.

Durante la década del 70 Pagura se desempeñó como presidente del Consejo Latinoamericano de Iglesias. Él ayudó a los refugiados de la persecución política en Chile, después del golpe de 1973 asestado por Pinochet a la democracia del país transandino. Posteriormente fue uno de los fundadores del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos en 1976. Durante la dictadura argentina (1976-1983), obispo Pagura se unió a las vigilias silenciosas de las Madres de la Plaza de Mayo para protestar por el secuestro de miles de niños.

Fue una voz invalorable que denunció y actuó contra la última dictadura militar en el país. Fue uno de los integrantes de la comisión nacional que investigó las desapariciones de personas (CoNaDeP) cometidas por la dictadura.

Fue reconocido por su enorme tarea en defensa de los derechos humanos en los difíciles tiempos de terrorismo de estado.
“Este hombre está hecho de historias”, solía repetir un periodista. Y es verdad.

Pagura encendió en sus relatos, en su poesía, en sus tangos arrabaleros y luminosos, en las charlas cotidianas, el fuego de una Latinoamérica viva, resistente y esperanzada.

Este hombre fue –también- un mapa, hecho de rebeldías y de tozudas insistencias.

Rebeldías e insistencias que a sus 93 años mantuvo tan vigentes y renovadas como el primer día.

Será que amanece siempre en el corazón de Federico.

Y allí la esperanza monta un potro indomable y solidario

Adolfo Pérez Esquivel dijo que el Obispo es “Un hermano, compañero de caminata en la lucha social, coherente en la vida y en el espíritu”.
"Es parte de nuestro deber, y sentir, acompañar a las personas imprescindibles, a las que bregan toda la vida por mejorar el mundo, a través de un mensaje y un accionar “no-violento y solidario”, expresó el premio Nobel de la Paz y recordó que el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos de Argentina fue otro de los espacios donde ejerció su compromiso, "nació para eso, para iluminar en medio de las tinieblas, el odio y la destrucción como nos trajo la dictadura".

Su esposa Rita, con quien tuvo dos hijos, fue su secretaria y encargada de relaciones públicas. De padre vasco-español y madre valdense, acompañó su ministerio y su vida pastoral de tal modo que Federico Pagura siempre incluía un plural cuando hablaba de su ministerio: “Estábamos predestinados al ecumenismo”.

El trabajo musical de Pagura es extenso. Se le atribuye el “primer tango evangélico”, llamado la marsellesa evangélica, con el título “Tenemos esperanza”.
Solidaridad con Lugo
En abril de 2009, Federico José Pagura le remitió una Carta Abierta del Obispo Federico Pagura al Presidente de la República del Paraguay Don Fernando Lugo:
Querido hermano en Cristo: A través de los medios de comunicación de nuestro país, acabamos de enterarnos de tus recientes declaraciones en torno a un hijo que concebiste hace unos dos años, en tiempos de tu reconocido y fecundo episcopado.

Sé que tú clara y directa confesión levantará olas de críticas, acusaciones y protestas de creyentes y no creyentes, de hombres y mujeres de buena y mala fe, pero sobre todo, de aquellos a quienes tu pensamiento, personalidad y visión de “otro mundo posible”, molestaba, cuando eras obispo reconocido, y ahora, que, como alguien ha dicho, no eres más que un laico libre, para obrar conforme a tu conciencia y convicciones, pero sobre todo en el ejercicio de la función presidencial, para la que fuiste elegido libremente, por la mayoría de tu pueblo, a pesar de todos los intentos que se hicieron para impedir tu candidatura.

Así, como en ocasión de tu elección te expresamos nuestra ecuménica y esperanzada congratulación, hoy te expresamos nuestra solidaridad, ante tu decisión de hacer públicas tus relaciones con tu compañera, y tú compromiso de asumir plenamente tu responsabilidad de padre.

Providencialmente, en este mismo día, el periódico “Crítica” de Buenos Aires, dedica una página entera a recordar (pag.25, lunes 13 abril,2009), al obispo Jerónimo Podestá, de la Diócesis de Avellaneda , a quien las autoridades vaticanas de aquellos días (fines de la década del 60),solicitó su renuncia, por sus relaciones con su secretaria Clélia Lúro, ambos fieles amigos de ese inolvidable obispo-profeta, que fue Don Helder Cámara (de Olinda-Recife-Brasil), y ambos también, muy queridos y respetados, por muchos de nosotros, miembros y dirigentes de la gran familia ecuménica de esta generación.

Podestá llegó a presidir la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, que en esos días reunía a casi 150 mil curas que habían renunciado al celibato, para vivir abierta y libremente la vida matrimonial o en pareja, y reclamar ante las autoridades de su Iglesia, el derecho que les asiste, conforme, entre otras consideraciones, a ser fieles a las palabras de la Primera Epístola de San Pablo a Timoteo, cuando afirma:

“Si alguien aspira a ser obispo, su ambición es buena, de eso no cabe duda. Es necesario, pues, que no se le pueda reprochar nada al obispo. Marido de una sola mujer, hombre serio, juiciosos, de buenos modales, que fácilmente reciba en su casa y sea capaz de enseñar…. Un hombre que sepa dirigir su propia casa, y cuyos hijos le obedecen y respeta. Pues, si no sabe gobernar su propia casa, como dirigiría la familia de Dios” (Cap.3:1-2,4-5-Version Biblia Pastoral Latinoamericana. Edic.Paulinas)

Querido hermano, recordando tu amistad y tu consagración al Sacerdocio durante tantos años, no sólo te encomendamos al Dios y Padre de la Vida, a Jesucristo que vino al mundo para “hacer nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21;5), para que su Espíritu te sostenga no solo para dar cumplimiento a tu responsabilidad paterna, sino también para conducir paternalmente a tu pueblo, y sobre todo a los más olvidados y excluidos de la sociedad, como lo hiciste, a pesar de todas las debilidades que padecemos los seres humanos , durante los años de tu sacerdocio y de tu ministerio episcopal.

Respetando a todos los sacerdotes de tu Iglesia o de cualquier otra, que hayan aceptado el celibato con carácter obligatorio, pero también rogando a nuestro Padre, que tu experiencia y la de muchos otros, que en todos los tiempos, han llegado a renunciar a esa disposición legalista y a la luchar porque tarde o temprano el celibato, se reduzca a una vocación optativa o voluntaria y no más a una carga agobiante y fuente de frustraciones y contradicciones, de las cuales la historia nos ha dejado muestras indubitables.

Personalmente, como obispo de una de las Iglesias nacidas en el siglo 16, no dejo de dar gracias por la alegría y fortaleza del matrimonio y por el regalo de una hija y dos hijos, que no solo nos han dado grandes satisfacciones, sino que desde sus cunas, los hemos consagrado al servicio de nuestra generación, conforme a sus dones particulares.

Que la paz de Dios descanse sobre tu difícil función presidencial y sobre tu pueblo, para que triunfe en el la Verdad y la Justicia, hasta la victoria final de Su Reino, por el cual oramos y trabajamos, en todo el continente y el Caribe
Federico J. Pagura. Obispo (e) de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina
En El Salvador en el triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional

Federico José Pagura: ¿Un teólogo arrabalero?
Por: José Aurelio Paz
Federico Pagura no está hecho de carne. Está hecho de historias. Historias que él mismo cuenta desde la ingenuidad del niño y la profundidad del teólogo. Pero cuando esas palabras comienzan a tomar cuerpo, más que su boca es su espíritu de trashumante quien convoca al diálogo, y es cuando las palabras van convirtiéndose en sus pies, sus ojos, su boca, pero, sobre todo, en su corazón.

Si bien como dijera Leopoldo Marechal “el tango es una posibilidad infinita”, así mismo es este hombre enamorado de la vida que siempre nos sorprende. Resulta que, ahora, Federico hace teología desde los bares y cantando tangos, a contrapelo de lo que puedan decir los ortodoxos, esos que no sacan a la Biblia del aula y de la iglesia por temor a que se “contamine”; incluso a que puedan pensar que la vejez le ha dado por cometer locuras; pero a pesar de los ochenta y tantos años, él sigue siendo el niño que nació en la Argentina, país vasto y profundo como su misma gente. Ante esta posibilidad de que lo censuren, sonríe para desarmar cualquier duda y su mirada es todo un bandoneón, ese misterioso instrumento germánico que vino a cantar las alegrías y angustias del hombre platense.

Cuenta que, en su niñez, el tango no estuvo presente. “Había nacido yo en el 1923, en Arroyo Seco, provincia de Santa Fe, pero ante la crisis del ’29, mi familia se trasladó a Rosario, una especie de Chicago argentino, como le llamaban, por su riqueza industrial. Asistía, en esa época, a un colegio norteamericano de mi iglesia, de manera que lo que absorbíamos era pura cultura americana."

¿Era, entonces, el tango un “pecado”?
No es que lo fuera, sino que solo aprendíamos canciones tradicionales norteamericanas. Por la mañana español y en las tardes el inglés. Simultaneábamos el Himno Nacional argentino con el de los Estados Unidos. Entonces el tango solo estaba presente en mi casa, en mi madre, en su piano que tocaba, porque le encantaba el tango; pero yo no sentía atracción por él.

¿Tiene conciencia de cuándo lo descubre como expresión del alma argentina?
Siendo adolescente asisto a un campamento de verano. Mecánicamente estoy silbando uno cuando, de pronto, el director, que era un laico, me dice con cierto reproche: “¿Cómo es eso, Pepito, silbando un tango?…

¿Pepito le dijo?
Sí, porque yo soy Federico José, por mi abuelo materno y Natalio por el paterno, que era italiano. Pues bien, el tango no estaba hecho para un joven cristiano y menos metodista. Recordemos que estamos ante un género que canta a la fatalidad, muy ligado al sexo, al erotismo como instrumento de lujuria, y eso no era propio de los ‘cánones éticos’ de la época…

Sí, el propio Ernesto Sábato ha dicho, algo bien polémico, que “se trata de una de las manifestaciones de ese sentimiento de inferioridad del argentino (que se complace en destruir lo que no se siente capaz de hacer)”

Pues bien, comienzo a descubrirlo por cantantes que me gustaban más por la manera en que lo interpretaban que por lo que decían, como es el caso de Libertad Lamarque, Azucena Maizani, Carlos Gardel… Pero luego descubro a Discépolo, el autor de ese famoso Cambalache, y quedo fascinado por sus letras, por su escepticismo y su mirada ética que acusa a una realidad sociopolítica. Escribe con una crudeza tremenda; es por eso que aún, hoy en día, los gobiernos le temen, porque sigue la causa de la justicia y es un hombre que ha sufrido mucho.

Incluso llego a conocer, entre las muchachas que iban al campamento, a la hija de Lenzi, el autor del tango A media luz, y así se va adueñando de mi vida, poquito a poquito, por distintos caminos, porque me di cuenta que es una música que tiene una filosofía muy propia y excelentes poetas.

Ya de obispo de la Iglesia de Panamá y Costa rica me encuentro con un peluquero, en El Salvador, que, mientras me cortaba el cabello (yo tenía mucho más pelo entonces que ahora), me cantaba todos los tangos de Gardel al saber que era yo argentino. Los sabía todos de memoria, cosa que yo nunca he podido hacer. Creo que era un ferviente enamorado de Gardel. Luego, un pastor de mi iglesia, en San José de Costa Rica, tocaba la guitarra y también se los conocía toditos. Pero lo tuve en sangre, de verdad, cuando discutía con mi compañero de maestría, quien después fue mi obispo, Carlos Gatinoni. Un día le digo que me gustaría escribir un tango positivo, que se oponga a tanto pesimismo, que contrariamente a la nostalgia y a la pesadumbre, la borrachera y el suicidio, hable de la vida, del Evangelio, y Gatinoni me dice: ‘Federico, eso es imposible’. Creo que ese es el detonante para que escribiera, después, Tenemos Esperanza.

Entonces, ¿es ese su primer tango?
“Nada de eso. El primero se llama Solitario y lo escribí para un concurso de dentífricos Odol que no ganamos. Era un tango muy religioso, porque cuento cómo el hombre, incluso, puede estar rodeado de multitudes en un gran espectáculo, una carrera o un partido de fútbol y sentirse muy solo. Hablaba de que hay un compañero que ha venido a caminar con nosotros el camino de la vida; Jesús, y entonces digo que esa cruz que llevas al cuello no es un símbolo vacío, que ese Jesús es alguien que te quiere y quiere decirte algo… Quizás, algún día, lo haga conocer.

Después es que viene Tenemos esperanza. No me pregunte cómo y cuando lo escribí, porque no lo recuerdo. Sé que lo hice bajo un estado de gracia. Luego se lo mando a mi amigo Homero Perera, que estaba en Mendoza, para que le ponga música. Yo estaba trabajando, por aquel entonces, con los refugiados chilenos que habían escapado de la dictadura de Pinochet y sentía esa necesidad de transmitirles algún sentimiento de que la situación de su país, más temprano que tarde, tendría que cambiar.

Poco tiempo después el pastor Roberto del Río, muy amigo mío, venía silbando una melodía que me parecía hermosa y le digo: ‘Qué silbas, Roberto?’ Y me dice: ‘¡Tu tango, anoche acabamos de estrenarlo en la graduación del seminario’. Resulta que a Homero le habían pedido algo para esa ocasión. A la carrera le compuso la música y ni siquiera me avisó. Así fue que nació lo que un amigo y pastor luterano ha denominado ‘La Marsellesa de los protestantes’. He recibido muchas cartas de todas partes del mundo diciendo que es el mejor himno contemporáneo. No lo sé, pero sí sé que nació de la necesidad de expresarnos en tiempos de persecución, de muerte y dictadura.

Y ese fue el detonante para que nacieran otros…
Sí, porque los he seguido escribiendo, aunque también he hecho letras para canciones que hablan de América Latina, su realidad y sus retos. Incluso, apareció un tango que quería yo escribir respondiendo a otro que se llama Las 40, en el que se dice: ‘Aprendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno,/ sé del beso que se compra, sé del beso que se da;/ del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga,/ y sé que con mucha plata uno vale mucho más./ La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron;/ cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar;/ la experiencia fue mi amante; el desengaño, mi amigo.../ Toda carta tiene contra y toda contra se da…’ Entonces, mi letra contrarresta ese pesimismo hablando de los valores humanos y de la vida que se haya en el Evangelio, de la fe y la esperanza que se dan en la lucha a favor de los pobres. Esa es la apuesta verdadera. Yo no apuesto por la mentira y la falsedad, sino por la verdad y la justicia.

Pero, aún, no me ha respondido la pregunta que dio pie a este diálogo. ¿No teme a que le crean con Alzheimer por eso de irse cantando por ahí? ¿O que le consideren un teólogo arrabalero?
Vuelve a sonreír con la mansedad de un hombre que ha vivido mucho: “No, no tengo temor a lo que piensen. Mi Dios es un dios de mil maneras”, dice. Hay una pintora llamada Yunque Dalmau; ese es su nombre artístico. Ella exhibió sus cuadros en un salón de las oficinas de nuestra iglesia, en Buenos Aires, al que le han puesto el nombre de mi esposa, Rita Margarita Alegría, en premio a su amabilidad y amor por las artes. Comenta ella, allí, que es una ferviente amante de Gardel y le dicen que a mi me encantaban los tangos y viene a conocerme. Luego, nace la idea de irnos a los bares de Rosario, yo a hacer teología desde el tango y ella a pintar.

Hablamos, entonces, con un cantor que asistía a mi iglesia y él estrena el tango Chapa floja que escribiera yo en honor a la vida del pastor José de Lucas, quien era un magnífico bailador de tango junto a su esposa y, además, un luchador por los derechos humanos con una pastoral obrera muy interesante. Luego el cantor se enferma. Buscamos otro y nos dice que no. Y, finalmente, me animo yo a cantarlos, mientras Yunque pinta. Nos fue muy bien y decidimos que teníamos que buscar un lugar fijo y nos fuimos a La Esquina de Pugliese (aquel buen compositor que fue comunista y conocí en tiempos de dictadura) y hemos tenido tanta aceptación que decidimos continuar; claro, al piano está Homero, que es un magnífico instrumentista y atrae a mucha gente. También hemos llevado nuestro performance a las iglesias y allí explico sobre el valor del tango.”

¿Y no piensa que eso puede afectar su imagen como una personalidad de la teología más avanzada de nuestro continente, como un indiscutible líder mundial del ecumenismo con un compromiso preclaro a favor de la justicia social?
No. Unos me felicitan, otros se sonríen o se quedan sorprendidos porque no me conocen en esta nueva faceta, pero creo que en lugar de restarme, me suma, porque la vida es eso; una constante búsqueda, una constante transformación, no de las esencias, sino de su envoltura.”

Y hablando de la vida, viene a mi mente la muerte. ¿Le gustaría que le despidieran de este mundo cantándole Tenemos esperanza?
Podría ser… podría ser… aunque, me gusta mucho un himno que era el preferido de Rita y le cantamos cuando colocamos sus cenizas en una urnita, en el jardín de la iglesia que nosotros construimos y donde fuimos muy felices. Allí mi hijo, el que es actor, cantó eso que dice ‘Señor, heme en tus manos/ dirígeme y hasta el fin de mis pasos/ mi guía sé./ Sin ti ni un solo paso quisiera dar/ mi vida hasta su ocaso te he de entregar…’ Expresa una oración, un ruego, una entrega, pero creo que dejaría en libertad a quienes tuvieran la tarea de hacerlo, a menos que se me ocurra preparar mi propia liturgia para ese momento. “De todos modos creo que sí, que la gente cantaría Tenemos esperanza, porque sintetiza una utopía que todos llevamos dentro y porque se ha metido en las venas profundas de las iglesias.
Fuente: Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (ALC)
Un solo corazón americano
Escribió Pagura un 31 de agosto de 2014: Inspirado y conmovido por la convocatoria y los resultados de la 2° Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que va concretando el sueño de nuestros mayores próceres, y la extraordinaria visión y pasión del presidente Chávez, en quien confluye el vigoroso pensamiento de Bolívar y Martí, me es grato compartir la poesía que di a conocer en 1979 en la ciudad de Montevideo, Uruguay, que hoy debería intitularse: “Un solo corazón americano y caribeño” y que afirma:
Dios nos dio un corazón americano,
mezcla de indio, de negro y de europeo,
en este continente “ancho y ajeno”,
que está llamado a ser tierra de hermanos. 
Desde Méjico indómito y moreno,
a una Argentina múltiple y fecunda;
desde un Brasil frondoso y gigantesco
hasta un Perú que mar y sol inundan.

Éste es tiempo de unir mano y cerebro,
es tiempo de quebrar yugos extraños,
es tiempo de formar un solo pueblo

Como Dios lo ha querido desde antaño.
Centroamérica labra su futuro
tras años de humillantes opresiones;
y laten de emoción los corazones
que sobreviven a un pasado oscuro.

El Caribe despierta y se sacude
de su pesada carga de injusticia
y, al son de su bongó, las voces suben
saludando la aurora que se inicia.

Por los niños que mueren de hambre y frío,
Las mujeres que venden cuerpos y almas,
Los obreros que piden justa paga,
la juventud que busca su destino;
Dios nos llama a luchar de amor ungidos
como el Cristo se dio por sus hermanos;
por eso e n nuestros pechos ha prendido
un solo corazón americano. (1)
Extiendo mi alegría y esperanza a los pueblos de Costa Rica y El Salvador, que el próximo domingo renovarán sus autoridades, y por cuya plena liberación, en justicia, libertad y paz, trabajamos apasionadamente desde 1978 cuando fue creado en México el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI).

Anhelamos que Dios dé sabiduría y audacia a judíos, cristianos, islámicos y de otras confesiones religiosas, para elegir autoridades que rompan viejos moldes de opresión y corrupción, para contribuir al bien de esos pueblos, y a la construcción de la Patria Grande que la asamblea de CELAC nos ha lanzado como desafíos para los tiempos que nos toca vivir.

1.- “Un corazón americano”, Págs. 284 – 285 del libro “Federico Pagura. Alborada de esperanza. Vida y testimonio de un profeta latinoamericano”.

Federico Pagura y su análisis de la prensa durante el auge del Movimiento tercermundista en Rosario
Por: Andrés Petersen
Primavera
Por: Federico Pagura
Principio de señales en tu vida,
en este despertar de Primavera:
El extendiéndote su mano amiga
ý tu ofreciéndole la vida entera,
ÉL llenando tu cántaro vacío
con el vino cordial de la esperanza,
tú cambiando tu gesto duro y frío
por un acto de entrega y de confianza.

No digo que estará todo resuelto,
no digo que estará todo cambiado,
digo que a su Presencia te habrás vuelto,
digo que un nuevo tiempo habrá empezado.
Digo que de un crepúsculo de hastío
a una aurora de luz te habrás abierto,
digo que en existencia con sentido
se habrá tornado tu camino incierto.

Abre de par en par esas ventanas,
el viento sopla de un feliz destino,
no esperes que despunte otra mañana,
a tus puertas espera el Peregrino.
Principio de señales de tu vida,
en este despertar de Primavera:
El extendiéndote su mano amiga
Y tú ofreciéndole la vida entera.
“Hago como los profetas del Antiguo Testamento”
El día que Federico Pagura, cumplía 90 años le contaba a Santiago Baraldi en El Ciudadano:
“Yo acostumbro hacer lo que hacían los profetas en el Antiguo Testamento: ellos señalaban a los malos reyes, a los malos jueces, señalaban a los ricos y poderosos que explotaban a los más pobres”, dice con su hablar pausado y firme el obispo emérito Federico Pagura, un verdadero profeta latinoamericano, quien hoy cumple 90 años y lo festeja en la iglesia La Resurrección, de Laprida 1483, desde las 20.

Pastor de la iglesia metodista, poeta y músico, Pagura recibió a El Ciudadano en su casa. La charla se interrumpe varias veces por el incesante sonar del teléfono. Son amigos que confirman la asistencia al cumpleaños, radios y diarios que quieren confirmar una entrevista. Se disculpa y sube el volumen de Mozart: “No puedo vivir sin escuchar música”, asegura sentado junto al piano que tocaba su compañera Rita y reflexiona sobre cómo lo toman sus 90 años: “Con mucho espíritu, mucho ánimo, con gratitud a Dios porque me ha permitido vivir tantos años. Sobre todo después de haber perdido a mi esposa hace siete, la vida se me hizo más difícil, pero una manera de homenajearla es seguir trabajando y haciendo las mismas cosas que hice con ella durante 60 años de matrimonio”.

La influencia del abuelo
Federico piensa cada respuesta y eleva su mirada por encima de sus lentes, mira a los ojos y repasa su niñez en su Arroyo Seco natal, la influencia de su abuelo paterno que leía la Biblia a su numerosa familia “y también a los vecinos”; las diferencias con el cura católico que le quemó aquella Biblia americana “con el Nuevo y Antiguo testamento”; su abuelo materno, adinerado, que le prometió pagar sus estudios si se convertía al catolicismo; la mudanza a un conventillo de Rosario y la beca para estudiar primero en el Colegio Americano y luego la secundaria en el Normal Nº 3, donde se recibió de maestro.

“Tenía las dos influencias: la Evangélica por un lado y la Católica por el otro. Eso me hizo muy ecuménico. Hoy día tengo relaciones con dirigentes católicos. La Iglesia Metodista nace en el siglo XVIII, en un intento de renovación y transformación dentro de la iglesia Anglicana; la misma coincide con el comienzo de la Revolución Industrial, por eso es una iglesia que tiene una profunda preocupación religiosa por la transformación del ser humano y una preocupación por la situación social, por la transformación que la sociedad tiene que vivir, conforme a las enseñanzas de los profetas del Antiguo Testamento, como las de Jesús y sus discípulos en el Nuevo Testamento; eso ha caracterizado al movimiento ecuménico. Somos una iglesia pequeña pero es una iglesia que tiene ese compromiso, que es lo más característico que tenemos, compromiso con la transformación de la vida humana y la sociedad: trabajar por los más necesitados”, explica Pagura.

La Biblia junto al diario
Luego de recibirse como maestro en el Normal, Pagura siente vocación por el ministerio y es convocado por el rector de la facultad de Teología en Buenos Aires. Allí se recibe como licenciado en Teología y se ordena como pastor de la Iglesia Metodista. Conoció a Rita estudiando teología. “Fue un amor a primera vista”, dice antes de señalar que su primer destino fue la ciudad de Venado Tuerto. También obtuvo becas para estudiar en el mejor seminario de Nueva York, y recibió la influencia del teólogo Reinhold Niebuhr. “Estudiaba la Biblia con el diario en la mano; ningún teólogo puede entender el mundo de hoy sin las dos cosas, la Biblia y la realidad social y política”, afirma.

Pagura llegó a Mendoza en 1973 y se puso a disposición de los chilenos que escapaban de la dictadura comandada por Augusto Pinochet. “Trabajamos varias iglesias en conjunto para denunciar y asistir a quienes huían de Chile”, recuerda. Y hasta sufrió el estallido de una bomba en la casa donde vivía con Rita y su pequeña hija, Ana Rita, que “se salvaron de milagro”.

En 1977, en plena dictadura militar, es nombrado obispo de la Iglesia Metodista. “Así nació el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos. Trabajé 25 años junto al obispo de Quilmes Jorge Novak y también junto a Adolfo Pérez Esquivel, y junto a las Madres”, señala mientras recuerda cuando salía de su casa y Rita desde la ventana veía cómo lo seguían. “En mi oficina recibía las denuncias y también venían ‘servicios’. A cada uno que venía le decía cuál era nuestro trabajo y les daba una carpeta, no tenía nada que ocultar”, cuenta.
La paz en Latinoamérica
Federico Pagura también intervino en el trabajo de paz entre Guatemala y El Salvador, trabajó en Nicaragua y aún guarda una carta que le respondió monseñor Arnulfo Romero antes de su asesinato en plena misa en la capital salvadoreña. Su amistad con referentes del cristianismo como Helder Cámara o Ernesto Cardenal, con quien además de compartir poesías y música coincide: “El católico es conservador y el cristiano revolucionario”.

“Como ahora no estoy en actividad episcopal en la Argentina, sí continúo con el trabajo pastoral. Compromisos ecuménicos o como observador en conflictos que se sucedieron en Latinoamérica, siempre estuve como prenda de unidad”, apunta recién llegado de Puerto Rico y Uruguay, donde lo siguen invitando para escuchar su palabra.

Pagura muestra su preocupación por lo que sucede en el país y afirma que “hoy es tiempo de diálogo. Es lo que necesitamos en Santa Fe, en Rosario, sin importar el partido político. Aquí hay muchos problemas que enfrentar como la pelea contra la droga, donde envenenan a los chicos. Ese combate si no lo hacemos juntos no lo ganamos, lo ganan ellos porque no tienen valores morales que respetar, ellos quieren el dinero, dominar a la población con la drogas para impedir que nos unamos como pueblo. La droga nos divide, nos enfrenta, nos destruye; por ello hay que unirse y un sector solo no puede. No soy de ningún partido político, pero soy de todos, me interesan aquellos que estén dispuestos a servir al pueblo y no servirse del pueblo”, concluye el hombre que dedicó su vida a la lucha por la justicia y los derechos humanos.

La cruz de los Hugonotes con hueso de caracú
Del cuello de Federico Pagura cuelga una imagen: es la cruz de los Hugonotes. Parece de marfil, pero el obispo aclara y cuenta la historia de la figura que actualmente representa el emblema de la Iglesia Reformada de Francia. “Todos creen que es marfil y sin embargo es una cruz hecha con hueso de caracú, tallada por un preso uruguayo que estando en la cárcel Libertad se enteró de mi trabajo pastoral. De la comida que le daban allí, separaba los huesos y les daba vida. Un día lo visitó un pastor amigo y le pidió que me enviara la cruz; hizo dos, la otra para mi mujer Rita. Hace más de 25 años que la llevo conmigo. Nunca supe el nombre de ese hombre ni su destino”, relata.
Brindis 91
Tantos parientes y amigos
me ha dado el Padre del cielo,
que en estos noventa y uno,
que por su amor voy cumpliendo,
quiero que el nuevo cumpleaños
sea silencioso y austero,
de gratitud y esperanza
clame a Dios, el Padre Eterno,
para que vuelva la paz,
con justicia, a nuestro suelo;
que se conviertan los ricos,
y en los pobres no haya duelo,
porque Dios nos quiere a todos
más generosos y buenos,
desde los que nos gobiernan
hasta los que son sin techo.
Y esta Patria Americana,
Caribeña y piel morena
se alce, unida y soberana,
con Bolívar, San Martín
y Martí, como banderas
de ese otro mundo posible
que en Porto Alegre abrió huella,
para que niños y ancianos,
negros, blancos y mestizos
de toda esta hermosa tierra,
transiten, riendo y cantando
por la humanidad entera
como Baremboin lo hace,
con Rigoberta y la Negra,
y desde México el eco
de Gelman, recién partido,
a darnos bríos nos llega.
Yo, conmovido y alerta,
desde Las Rosas, prometo:
no vacilar en la lucha,
hasta que el Imperio ceda
o caiga desmoronado,
y florezca nueva tierra…
como Francisco lo sueña,
y desde el cielo lo alienta
la firme voz de Mandela,
junto al Che y a Mahatma Gandhi
que el coro de Paz integran.
¡Gracias por sus pensamientos,
su amistad, sus oraciones!
Nosotros, desde Las Rosas,
sumaremos nuestras voces
alzaremos nuestras copas!
Federico Pagura
Más tarde Pagura decía en La Capital:
"No le tengo miedo a la muerte, sí a una vida sin sentido"
Muchos religiosos lo consideran un profeta, para otros es emblema de esperanza. Con una trayectoria de compromiso y coherencia aún en los momentos más dramáticos de la historia argentina, el obispo metodista Federico Pagura no le escapa a esas miradas porque sabe del peso de sus palabras. Cerca de cumplir 92 años, tiene su hogar en la zona sur de Rosario en la misma casa en la que vivieron y murieron sus padres, en la que compartió una vida y despidió a su esposa. Es un lugar sencillo, como un espejo del hombre que dice que allí esperará el final de sus días. Libros, fotos y recuerdos se cruzan a cada paso. De estatura mediana, pelo blanco y andar pausado, se apasiona cuando expone sus ideas y sonríe de felicidad al hablar de sus tres hijos, cuatro nietos y dos bisnietos. Asegura que no le tiene miedo a la muerte pero sí a una vida inútil y sin sentido, cree que a la droga hay que enfrentarla con medios científicos y espirituales y que el Papa Francisco ayudará a la transformación de la Iglesia Católica.

Pagura, que se declara respetuoso de todos los credos y acepta con gusto las invitaciones para asistir a las misas que se ofician en su barrio, cuenta que ya escucha poco de un oído y que ve menos de un ojo, invita un vaso de agua fresca y advierte que, como buen obispo jubilado, dispone de tiempo para una charla sin urgencias.

¿Cómo llegó a la Iglesia Metodista?
Cuando era muy pequeño mis padres me trajeron de Arroyo Seco a Rosario porque querían que estudiara en el Colegio Americano. Yo provengo de una familia ecuménica: mi abuelo paterno era friulano, organista y activo miembro de la Iglesia Católica en Italia. Cuando llegó a la Argentina empezó una búsqueda que culminó con la creación de la Iglesia Evangélica Metodista de Arroyo Seco, sin que supiese nada de la Reforma, de Lutero, de Calvino ni de lo que había pasado en el siglo XVI. Mi abuelo materno era uno de los patriarcas de la zona; muy católico, más que nada de confesión verbal. Tenía una hermosa Biblia, que no se abría ni se leía. El tenía el propósito de pagarme los estudios si yo me bautizaba como católico, pero como no lo hice perdí la posibilidad de esa beca vitalicia. Así fue cómo ingresé al Colegio Americano cuando todavía no entraban varones, porque la obra empezó con niñas.

¿Y cómo hizo para entrar?
Coincidí con tres o cuatro varones que querían hacerlo, fuimos los primeros. En aquel tiempo el colegio estaba en calle Laprida entre 9 de Julio y Zeballos.

¿Con qué Rosario se encontró en ese momento?
Con una ciudad hermosa. Me pareció así desde el primer momento por el carácter de sus habitantes, por sus costumbres. Con un sentimiento solidario y humanitario muy fuerte. Además tuve el privilegio de cursar el secundario en el Colegio Mariano Moreno, Normal Nacional Nº 3, donde encontré mucho afecto.
Paradójicamente también era una ciudad de mala fama.
Parece mentira, pero viví mis primeros años en Rosario en contacto casi inconsciente con el hampa. En los años 30 supimos lo que es la crisis, que atravesó al país con la desocupación. Fue un tiempo de necesidad económica y espiritual. Vivimos dos veces en un conventillo. Quizá como nota jocosa, cuando fui a pedir la mano de la que fue mi esposa por 60 años, el padre, que era un vasco bien vasco, me hizo una pregunta muy directa: ¿Usted no tendrá ninguna conexión con la mafia? Yo le dije que no tenía nada que ver. Pero la mafia estaba instalada con fuerza. De manera que al dolor de las carencias de las familias, que a veces no tenían para mandar a sus hijos a la escuela, había que sumarle la plaga de la mafia.

Ahora, cuando mira a su alrededor, ¿qué ciudad ve?
Estoy comprobando algo que ya había visto en toda su crudeza en otros países. Cuando en aquellos años se hablaba de tráfico de drogas, yo siempre decía que Argentina era un país tranquilo en ese sentido y que la droga era un ave de paso pero que no hacía nido en Rosario. Incluso, cuando volví a la Argentina estuve viviendo en Mendoza y era la extensión del Paraíso. Nadie se imaginaba lo que estaba empezando a engendrarse y que iba a generar frutos tan amargos con el correr de los años. Despertamos en los últimos 30 años a la realidad de la drogadicción, que era desconocida para nosotros.

En esos años la Argentina sufría otro tipo de violencia, la de la persecución política.
Es cierto. En Mendoza comenzamos a ver los signos de la dictadura militar, incluso junto a otras iglesias atendimos a miles de personas perseguidas por la dictadura de (Augusto) Pinochet en Chile. Sentimos la fuerza de la violencia cuando pusieron una bomba en la iglesia que yo atendía. Recuerdo que vivía con nosotros mi suegra, que se asustó mucho; para ponerla a resguardo la enviamos a Rosario, a la iglesia de la calle Laprida. Al segundo día de llegar pusieron una bomba al lado de la iglesia, a un maestro. En broma me decían “parece que tu suegra se ocupa de poner bombas en las iglesias”.

¿Las iglesias están en desventaja en una sociedad que se rige por los mandatos del consumismo?
Hay que hacer una diferenciación. En la iglesia primitiva los cristianos estaban acostumbrados a compartirlo todo, había un sentido de que lo material juega un papel importante y es imprescindible que se le preste atención. La Biblia tiene en el Antiguo Testamento la voz de los profetas, que es una voz que va al corazón de la problemática socioeconómica y hasta hoy sigue siendo fundamental para nosotros los metodistas. Tuvimos el privilegio de que a nuestro movimiento lo fundara John Wesley, quien tenía conciencia de que el Evangelio debía ser una transformación personal seguida de una transformación de la sociedad. Por eso nos preocupamos seriamente por la vida concreta y diaria del ser humano. No olvidemos que el socialismo en Inglaterra nació en la Iglesia Metodista; así surgió el Laborismo, que atacó la esclavitud y la usura, y no como el de ahora que es un Laborismo rosado. Como dijo el teólogo americano Niebuhr: el metodismo hará su mejor contribución a las Iglesias y al mundo si mantiene una fe profunda y un compromiso social permanente.
¿Cómo cree que se enfrenta la problemática de la drogadicción?
Hay que combatirla con medios científicos, culturales y espirituales. No tendríamos que ver una contraposición entre estos enfoques, son complementarios. Hubo un tiempo, es cierto, en que lo religioso y lo científico estaban en permanente confrontación, pero eso ya no sucede. Por el bien de la humanidad debemos trabajar mancomunadamente para detener un cáncer como este, que está penetrando la vida de los jóvenes.

Usted ha escrito himnos, tangos y libros, siempre con un denominador común: la esperanza.
No me propuse escribir sobre algo en particular, pero me brotó eso. Estuve en los tiempos difíciles de la Argentina, fui perseguido, tuve denuncias y sufrí amenazas. También conocí situaciones muy duras en Centroamérica y en todas ellas aparecía la palabra profética de esperanza: no desmayen, tengan ánimo, hay fuerza. Recuerdo que cuando estuve en Nicaragua, en pleno triunfo de la Revolución Sandinista, aparecía el presidente Daniel Ortega y proponía: “Cantemos el himno de Pagura”. Era una manera de decir hay esperanza. Entre mis tangos el que es más exitoso, que ha sido traducido a gran cantidad de idiomas y ha llegado a todo el mundo, es precisamente “Tenemos esperanza”.

¿Hay buenas formas de morir?
Si pudiese elegir, me gustaría una muerte plácida.

No me refería a su muerte, pretendió ser una pregunta genérica.
Cuando uno conoce la fe cristiana cualquier forma puede ser buena para morir. Así también cualquier muerte puede ser una tragedia irreparable sin la esperanza que Jesús trajo al mundo. Fíjese usted que en un coral se dice que la muerte es el fin de un camino y un tiempo de liberación, especialmente para aquellas personas que tienen que vivir cosas muy díficiles por razones físicas, soledad, persecuciones o violencia. Para muchos es una liberación. En cambio no encuentro una justificación para adelantar esa muerte o para escapar de la vida a través de un suicidio. Pero no juzgo al suicida, solamente Dios puede juzgar y conocer a una persona en su interioridad más profunda. Y creo que una persona enferma y que consuela al que está sano, es de las dos la que tiene más vida.

También escribió sobre la muerte.
Sobre la esperanza en la muerte. Allí digo que no le tengo miedo a la muerte como sí le temo a una vida inútil, a una vida estéril, a una vida que perjudica a los demás. Esa sí que es muerte.

Entonces usted puede vivir tranquilo...
Lo aprendí de joven. No le tengo miedo a la muerte sino a una vida sin sentido.

¿Qué piensa del aborto?
Es un tema candente y un debate inevitable. Merece la pena estudiarse a fondo con los elementos científicos que disponemos hoy pero también con los morales, que no debemos perder de vista.

Gente que profesa distintas religiones habla de usted como un profeta y vanguardista.
Yo no me llamo profeta, cuánto más me podría llamar aprendiz de profeta. En la Biblia uno encuentra a los grandes profetas del Antiguo Testamento, hombres que veían el mal y lo denunciaban aunque corrieran peligro sus vidas, porque era su deber hacerlo. Y, a la vez, en medio del dolor y el sufrimiento, veían tiempos de consolación.

¿Cuál es su mirada respecto a los matan en nombre de un Dios?
Escribí en estos días un texto que llamo “El mundo entero entre la vida y la muerte”. Menciono en uno de los párrafos que el actual presidente de Israel está desconociendo a los grandes profetas de la religión judaica, a los que lee en su casa o habrá leído en algún momento. Los desconoce o no los ha entendido para hacer lo que está haciendo con el pueblo palestino. Por eso respeto y me alegra tanto que un argentino como (Daniel) Barenboim trabaje con un palestino para hacer un poco más justa y digna la vida. Es una forma de terminar con esa visión de prejuicio religioso; no todo lo religioso es bueno, las religiones también pueden llevar a fanatismos.
En 2012, en una carta dirigida a los obispos argentinos, usted se preguntaba si el Vaticano se hacía carne de la opción por los pobres.
Yo le diría que ha sido una opción real por mucho tiempo. En el mismo seno de la Iglesia Católica Apostólica Romana he conocido desde obispos hasta monaguillos que llevan una vida de servicio y amor admirable. Yo daría falso testimonio si negara esa realidad. Si usted me pregunta si ese compromiso lo tienen todos los obispos, todas las iglesias, la respuesta es no. Trabajé con monseñor Jorge Novak (ex obispo de Quilmes) durante 25 años y jamás tuvimos una discusión porque vivíamos para los más necesitados. Y así fue hasta que murió.

¿Cree que el papa Francisco podrá profundizar ese camino?
Francisco está siendo y va a ser –si no hay algún loco que le quiera quitar la vida– un gran beneficio para la transformación de la Iglesia Católica. Todas las demás iglesias también necesitamos cambiar y ser mejores servidores de nuestra generación. Ya le envié dos cartas y me las contestó, ahora le voy a escribir otra porque hay que darle mucho aliento en la lucha que está liderando.

¿Cómo es su vida de obispo jubilado?
Yo estoy requetejubilado. Pero Lutero decía que todos somos sacerdotes al servicio del bien, de la justicia y la paz. El sacerdocio universal de los creyentes, como él lo llamaba. Creo que hay hombres y mujeres que sin hablar en términos religiosos están viviendo el Evangelio, lo llevan en su sangre, en su conciencia, y están prestando un gran servicio a su generación. Y muchos otros pueden estar cargados de biblias, de signos y vestimentas religiosas y sin embargo no hacen lo que Dios espera de ellos. Pero volviendo a su pregunta, cada etapa de la vida tiene sus alegrías y tristezas. Yo recibo con gratitud estos años de vida y digo: Señor, cuando te hayas cansado de jubilarme, deja que pueda ir a descansar yo también.
Foto: Franco Trovato Fuoco
A Federico Pagura
Por: Matilde Bruera
En el día de hoy, falleció a los 93 años, el Obispo Federico Pagura.

Esta pérdida, conmueve al movimiento de Derechos Humanos, de Rosario, - donde vivía desde su infancia -  de todo el país, y de Latinoamérica y el Caribe, donde Federico desplegó intensamente su labor por los derechos humanos. Pertenecía a la iglesia Evangélica Metodista, desde donde ejerció su opción por los pobres, y se comprometió con la lucha contra la dictadura y represión en nuestro país.

En su amplia trayectoria, quiero recordar que fue Obispo de Panamá y Costa Rica, y residió en ese último país, desde 1969 a 1973. Volvió a Argentina en 1973, y se asentó en Mendoza, allí le tocó atender a personas que huían de la dictadura de Pinochet, y pudo ver los primeros signos de la represión de la última dictadura argentina.  Trabajó en la Comisión Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana, desde 1977, a 1989 y presidió el Consejo de Obispos de la Iglesia Metodista Argentina. Fue el primer presidente del Consejo Latinoamericano de Iglesias. Ejerció cargos de importancia en el ámbito internacional del movimiento de Iglesias cristianas.

Los acontecimientos más duros de nuestra historia, y los más importantes lo tuvieron presente. Lo recordamos  presidiendo el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos, lo recordamos en todas las batallas por la aparición con vida de los desaparecidos en plena dictadura militar, y por la libertad de los presos políticos.

Fue víctima de varios atentados , entre ellos uno muy grave en su propia casa, que puso en riesgo a su esposa, suegra, e hija., también las Iglesias donde le tocó trabajar fueron agredidas.

En democracia, su lucha por la memoria y la justicia no cesó, y tampoco su pertinaz trabajo contra la pobreza y la desigualdad.

Fue miembro de la Comisión Directiva del Museo de la Memoria de Rosario, y obtuvo varios reconocimientos nacionales e internacionales por su trayectoria.

En uno de sus últimos reportajes, sostuvo, que Francisco aparecía como el Papa, que podría renovar la Iglesia Católica Argentina.

Era un hombre alegre, que disfrutaba de las reuniones sociales, y la vida colectiva que conlleva la militancia. Le gustaba la música, escribió la letra de un tango “ Tenemos Esperanza” , que se transformó en un tema emblemático de la música evangélica, y metodista en particular, en la tendencia inaugurada en la década del 60, de usar música popular nacional. El decía que redimía al tango, con la visión de Jesús. “ No vengo a buscar santos, vengo a buscar pecadores”.

Es difícil decirle a adiós a Don Federico, pero lo hacemos en el marco de sus palabras en uno de sus últimos reportajes, “ No le tengo miedo a la muerte, sino a una vida sin sentido “.

Por esa vida plena de sentido, hoy con un par de inevitables lágrimas con que el corazón orada la razón, le decimos,  Don Federico, por siempre presente.

Despedimos un amigo solidario
Las Abuelas de Plaza de Mayo despedimos con profunda tristeza al obispo metodista Federico Pagura, un amigo entrañable, luchador de causas justas

Pagura tuvo una trayectoria de compromiso y coherencia durante toda su vida, aún en los momentos más dramáticos de la historia argentina.

Falleció a los 92 años, en la ciudad de Rosario, a donde llegó a temprana edad para estudiar, y hace unos cuantos años había retornado. “Yo recibo con gratitud estos años de vida y digo: Señor, cuando te hayas cansado de jubilarme, deja que pueda ir a descansar yo también”, había declarado a la prensa hace un año.

Agradecemos su vida solidaria y de servicio, seguras de que su enseñanza ha dejado huella en otros que seguirán, como él, manteniendo una fe profunda y un compromiso social permanente.

Prensa Rosario despide con dolor al obispo Pagura
El Sindicato de Prensa Rosario despide con dolor al obispo emérito metodista Federico Pagura, un incansable defensor de los Derechos Humanos y quien acompañó desde siempre las luchas de las trabajadores y los trabajadores de prensa.

Nuestro gremio da su reconocimiento a este luchador comprometido con las mejores causas y lo recordaremos siempre por su palabra de aliento en nuestras históricas batallas frente a los despidos, paros y conflictos. También por su presencia infalible en cada actividad del SPR por el día del periodista y del trabajador de prensa.

Lo recordamos con parte de la semblanza Consejo Mundial de Iglesias: “Entrevistar al Obispo Pagura es acercarse al latido de la gente del pueblo por la libertad. Su conversación fluida transmite serenidad y esa forma de sabiduría que da la experiencia, pero también pasión, Federico Pagura eleva la voz para recordar a los amigos, testigos y mártires, con los que tiene ‘una deuda de ideales’, eleva la voz para rebelarse contra la injusticia del sistema económico actual y para defender a los pueblos indígenas.

Federico Pagura está convencido, por la afirmación de Leonardo Boff, de que la iglesia no está llamada a preocuparse tanto por su futuro, sino por el futuro de la humanidad y de la creación y por cual será su aporte para protegerla, cuidarla y defenderla; lo demás vendrá por añadidura. Es el eje de nuestra misión en un tiempo grave, peligroso y desafiante, dice el obispo Metodista, a quien lo que le interesa es hacer conscientes a los hermanos y hermanas de todos los continentes y confesiones de los clamores por la verdad, justicia y paz que quieren hacer oír los pueblos latinoamericanos".
Los restos de Federico Pagura serán velados en el Salón Puerto Argentino del Palacio Vasallo, del Concejo Municipal de Rosario, Córdoba 501, este lunes de 18 a 24 hs y mañana de 8 a 14 hs.


Fotos: Jorge Chango Contrera, La Capital, El Ciudadano, Proyecto341.com, Señales
Fuentes:  La Capital, El Ciudadano, Alapalabra

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