sábado, 10 de septiembre de 2016

Ricardo Ragendorfer: “Nunca estudié periodismo, soy un ávido lector de novelas policiales”

El legendario periodista de policiales, Ricardo Ragendorfer, visitó radio Belgrano para hablar de su última obra, política, historia y periodismo
El autor del libro “Los Doblados”, Ricardo Ragendorfer, también conocido por su actividad periodística en la sección policiales, visitó el estudio de AM 950 Radio Belgrano para hablar de su última obra, política, historia y periodismo.

“El libro me permitió abordar otro tema no explorado por la literatura de la dictadura que es el Batallón 601. Entrevisté a muchos militares. Harguindeguy, Brinzoni, Galatea, el capitán Héctor Vergez, el espía chileno Arancibia Clavel. Un actor que recorre el libro es el mayor Españadero. Fue el cerebro gris del Batallón 601, el estratega en las sombras. Lo impresionante de estas personas es que no eran monstruos en el sentido literal, son personas normales que después de torturar iban a sus casas, acariciaban a sus hijos. Una comprobación de la teoría de la banalidad del mal. Son personas que tienen cargos gerenciales en sistemas basados en el exterminio”.

El periodista también explicó que trato de “reflejar lo que yo llamo el amenazante jadeo de una época signada por una puesta a punto de un sistema político basada en un exterminio. Arranca en la primavera del 75 y termina en el otoño del 76. Sin querer entrar en polémica con quienes describen que el ataque de Montoneros al Regimiento 29 de Formosa fue el hecho que decidió a los militares a hacer el golpe de Estado, que parece una interpretación histórica de Billiken, me parece que estaba decidido de antes. Estaban esperando un hecho para firmar los decretos de aniquilamiento. Al extenderse a todo el país las facultades represivas que los militares tenían en Tucumán, en octubre del 75 es cuando toman el control operacional del país. Es cuando el poder pasa de la Casa Rosada al Edificio Libertador. Es cuando empieza el golpe de Estado. Lo del 24 de marzo fue apenas una mudanza”

Por último, destacó en el programa sabatino Ruido de Medios que el periodista “debe ser ojos y unos oídos, no protagonista. Una investigación periodística es distinta a una investigación histórica que trata con papeles. Los historiadores tienen ventaja. No los llaman por teléfono después de la publicación. Cuando con Carlos Dutil escribimos “La bonaerense” había un comisario que tenía un papel en el que decía Pedro Klodzyck 50 mil dólares, comisario Padilla 45 mil. Era la lista de la recaudación. Necesitaba eso como el aire y la tenía su abogado, Víctor Stinfale.

Entrevisto a otro alto dignatario de la Maldita policía, Mario Naldi, que lo odia a Stinfale porque defendió a los colombianos del operativo Café blanco. Me dice si a Stinfale no lo mata el narcotráfico lo vamos a poner nosotros. Lo llamo a Stinfale le digo que lo amenazó, que lo tengo grabado. Me dice quiero esa grabación y le digo yo, el papelito. Así se hace el periodismo policial. Canje”.

“Yo nunca estudié periodismo y tampoco me formé en alguna carrera o un campo del saber en Criminología. Soy un ávido lector de novelas policiales. Si uno se dedica a escribir de política o deportes tiene que hablar de personajes como (Federico) Pinedo o Manu Ginóbili. Acá habla de gente real que llega a los diarios o la televisión por hechos extremos, por la puerta ingrata de la fama. No es lo mismo la atracción a los asaltantes al Banco Río que leer noticias o detalles de la vida de un asesino serial. Hay toda una gama de miedos atávicos que arrastra la condición humana”.

“Hay gran diferencia entre prensa gráfica y la prensa audiovisual. Trabajé en televisión y me gusta hacerlo. No soy detractor del medio. En gráfica, para escribir hago una investigación. En televisión es la puesta en escena de una investigación. Por televisión, la imagen tiene otros hallazgos que tal vez la prensa gráfica carece, fundamentalmente la gestualidad de los personajes. En Telefe para Historias del crimen entrevistamos presos. Fabián Tablado el de las 113 puñaladas. Había que verlo acongojarse cuando contaba el crimen. Cuando cambiábamos el cassette se recomponía y sugería planos. En Caras y Caretas tenía una sección que se llamaba Cosecha roja. Empecé a hacer crónicas de backstage de las notas televisivas que yo había hecho. La televisión suele cometer un pecado. Dejar de ser el ojo y convertirse en protagonista de la historia que pretende cubrir. El caso más emblemático y extremo quizás haya sido caso Ángeles (Rawson). Saltaron la brecha periodística para convertirse en entretenimiento para toda la familia”.

Los comienzos:
Empecé con los Policiales en los 80 en paralelo en las revistas Cerdos & Peces y El Porteño con notas acerca de mis vecinos de San Telmo ya que algunos de ellos se dedicaban al delito. Veía que casi siempre, desde el periodismo, que se hablaba con el delincuente ya en la cárcel, lo que provoca que hable tras las rejas con todo lo que eso implica. En este caso hablaba con ellos pero en libertad. También hacía la columna "Vidas ejemplares" en las que confeccionaba perfiles de pistoleros históricos. Después, cuando entré al diario Sur -dirigido por Eduardo Luis Duhalde- me metí de lleno en lo que es la crónica policial.

El mundo del delito y el de la policía cambia constantemente. Se suele decir que antes los delincuentes tenían códigos y los de hoy no. Yo descreo un poco de eso en el sentido de que en un oficio de alto riego como es el de pistolero, el único código válido es el de la sobrevivencia. Algunos sobrellevan ese código con mayor o menor dignidad en esa franja de la sociedad donde se mueven, que es la marginalidad.
Foto: TelAm
Fuentes: noticiasurbanas.com.ar, Los Andes

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