lunes, 27 de noviembre de 2017

“Muertos en enfrentamiento”

Por: Luciana Mignoli
En momentos históricos tan distantes como 1878, 1955 y 2002 detectamos un mismo artilugio discursivo para borrar la acción criminal de la agencia estatal sobre los cuerpos. Tanto en las Campañas al Desierto, como en el Bombardeo a Plaza de Mayo y en la Masacre de Puente Pueyrredón, circuló en la prensa la idea de “muertos en enfrentamiento”.

En el primer caso, el teniente Rudecindo Roca (hermano de Julio Argentino) atacó a traición y fusiló a un grupo perteneciente al pueblo ranquel en la ciudad de Villa Mercedes, San Luis. Este hecho llegó a ser calificado en El Pueblo Libre de Córdoba y La Nación de Buenos Aires como “crimen de lesa humanidad”, diarios que con marcada ironía echaron por tierra las falsas argumentaciones de Rudencido Roca, quien había afirmado que los ranqueles habían sido muertos en un “enfrentamiento”.

En el caso del Bombardeo a Plaza de Mayo, los medios que se oponían al modelo peronista como Clarín y La Nación intentaron eludir la mención explícita de los responsables y anular las consecuencias catastróficas de la masacre o, directamente, presentaron los hechos como el resultado de “un enfrentamiento entre bandos”.

En 2002, los mismos dos diarios actuaron durante los días previos y posteriores al corte del Puente Pueyrredón como voceros del Gobierno advirtiendo sobre la necesidad de garantizar la libre circulación y de detener la supuesta “violencia organizada” que encarnaban los piqueteros.

Bajo los títulos “La crisis causó dos nuevas muertes” y “Dos muertos al enfrentarse piqueteros con la policía”, Clarín y La Nación -respectivamente- eligieron omitir la feroz represión policial para pasar a describir los hechos como “un enfrentamiento”, “una batalla campal”, “disputas internas entre las organizaciones de piqueteros”.

Es realmente llamativo el caso de La Nación, que en 1878 habla de “crimen de lesa humanidad” y critica la caracterización de “enfrentamiento” y luego en 1955 y 2002 utiliza ese argumento -que antes cuestionaba- para describir otros conflictos sociales. ¿Significa quizás que podemos rastrear a finales del siglo XIX una tensión entre la propiedad de los medios y las disputas de poder? Porque por aquel entonces, el hermano de Rudecindo y ministro de Guerra de la Nación, Julio Argentino Roca, estaba en plena campaña presidencial. Y el diario La Nación era propiedad de Bartolomé Mitre, ex Presidente de la Nación y opositor a Roca.

Y más llamativo aún es que en conflictos tan disímiles, con actores absolutamente distintos y en momentos históricos muy distanciados en el tiempo, se utilice la misma idea de “muertos en enfrentamiento” para soslayar la acción criminal de la agencia estatal. Porque enfrentarse supone estar cara a cara, en igualdad de condiciones, con un objetivo compartido. ¿Podemos pensar que los ranqueles fulisados por la espalda en Villa Mercedes decidieron “enfrentarse”? ¿O que las personas que transitaban por Plaza de Mayo ese mediodía de julio de 1955 querían “enfrentarse” a las bombas? ¿Acaso Darío Santillán y Maximiliano Kosteki quisieron “enfrentarse” con la muerte que le procuraron los disparos a quemarropa de Franchiotti y sus secuaces? Ni ellos, ni todos los muertos y muertas de este libro “murieron en un enfrentamiento”. Ni el pueblo paraguayo, ni las poblaciones indígenas, ni los anarquistas, ni las mujeres, ni los estudiantes, ni los trabajadores, ni los desocupados. En el cínico juego que establecen las clases dominantes, ellos fueron el fusible y pagaron con sus vidas el precio de la resistencia al poder.

Fragmento de las conclusiones del libro colectivo "Prensa En Conflicto. De la Guerra contra el Paraguay a la Masacre de Puente Pueyrredón", escritas por María Silvia Biancardi y Luciana Mignoli, Buenos Aires, 2013, Ediciones del CCC.

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