lunes, 9 de abril de 2018

Periodismo sobre desastres: Cómo cubrir desastres, emergencias y siniestros

Cuando golpea el desastre… ¿estamos listos para cubrirlo? La catástrofe pega de repente, sin aviso. No hay tiempo para organizarse. Pero se puede estar preparado de antemano. Las casas de estudios no preparan a profesionales para actuar en estas circunstancias. Los medios tampoco. Para esto es fundamental la capacitación:, “para no alarmar cuando no hay que alarmar, para ayudar a prevenir”.

Sibila Camps, es especialista en cobertura y comunicación sobre desastres. Trabajó en diversos  medios gráficos, y hasta mayo de 2013 en el diario Clarín. En 1993 por su trabajo en cubrir epidemias e inundaciones en Argentina. La editorial EUDEBA acaba de reimprimir uno de sus libros, ahora actualizado, "Periodismo sobre desastres".

¿Por qué Periodismo sobre desastres?
Por: Sibila Camps
En los países en vías de desarrollo, los desastres, las situaciones de emergencia y los grandes siniestros en medios de transporte son cada vez más frecuentes. Influye el cambio climático –cuyas causas están lejos de ser revertidas–, pero también la aplicación de un modelo político-económico que pone como condiciones el relaja-miento o la ausencia de controles, el “ahorro” en la seguridad (lo que a veces incluye la corrupción), y el empeoramiento en las condiciones de trabajo.

Pensemos sólo en hechos ocurridos en la Argentina: grandes inundaciones rurales y urbanas, voladura de la embajada de Israel y de la AMIA, incendio de la discoteca República Cromagnon, explosiones en la fábrica militar de Río Tercero, empetrolamiento de pingüinos, erupciones de los volcanes Hudson y Copahue, brotes de cólera y de hantavirus, contaminación de propóleos y de vino, muerte de siete personas en Avellaneda por escape de gases tóxicos, explosión y derrumbe de un edificio en la ciudad de Rosario, incendios de bosques en el sur, sequía en el noroeste, incremento de accidentes de trabajo y en ascensores, aumento de siniestros viales, caída del avión de Austral, etc.

Pero también los países desarrollados sufren desastres y emergencias, a veces de otro tipo: terrorismo, terremotos, tormentas de nieve, huracanes, grandes siniestros en medios de transporte. Todavía tenemos en la memoria catástrofes devastadoras, como el huracán Katrina, que inundó la ciudad de Nueva Orleans (Estados Unidos) en 2005; el tsunami que arrasó las costas del sudeste asiático en diciembre de 2004; las caídas de grandes aeronaves de pasajeros; los atentados terroristas incluso en países europeos; las multitudinarias migraciones de poblaciones que huyen de la guerra civil, como en el caso de Siria.
La cobertura de desastres es una de las más complejas en el periodismo, entre otras razones porque:

afecta varios planos de la vida de una comunidad, y a veces, de un país o de toda una región;
la emergencia se prolonga y va modificándose a lo largo de varios días e, incluso, a lo largo del mismo día; lo dramático de las circunstancias implica situaciones de caos, urgencia y estrés;
cuando el desastre tiene una extensión geográfica importante, a menudo hay obstáculos para la realización y la transmisión de las notas (problemas de transporte, falta de electricidad, inconvenientes en las comunicaciones, desabastecimiento).

Aunque parezca una perogrullada, los desastres ocurren en cualquier lugar. En función de una cobertura periodística, les toca cubrirlas tanto a un diario de tirada nacional, como a la FM de un pueblo, como a la corresponsalía en provincia de un canal de aire de la capital del país, como al portal de noticias de una pequeña comunidad. Algunos desastres de menor magnitud, pueden no merecer una cobertura tan amplia en los grandes medios, pero sí la tienen en los medios locales o regionales. Dicho en otras palabras, ningún medio, por más pequeño que sea, está exento de cubrir un desastre.

Y como también ocurren a cualquier hora, a cualquier periodista que se encuentre en ese momento en la redacción o en la oficina de producción, puede tocarle salir de apuro a relevar las primeras informaciones; no podrá escudarse en que se ha especiali-zado en deportes, espectáculos o economía: si no hay otra persona, tendrá que arreglárselas. Pero inclusive un o una periodista que se dedica a deportes, puede enfrentarse con el derrumbe de la tribuna de un estadio en medio de un partido; y un crítico o una crítica de espectáculos, estar cubriendo un concierto en el momento en que se incendia un teatro.

En los países en vías de desarrollo, los grandes medios tienen que cubrir por lo menos un desastre por semana. Aun en la ciudad de Buenos Aires, una lluvia torrencial requiere ser cubierta –aunque no sea por más de dos días– con la misma complejidad de un desastre.

Existen algunas publicaciones en español dedicadas a la comunicación del desastre, la mayoría, disponible en internet . En cambio, los textos que abordan la cobertura periodística del desastre son escasos, y adolecen de ciertas fallas y/o carencias: algunos confunden comunicación del desastre con cobertura periodística; otros están planteados como guías de buenas prácticas, con objetivos muy loables, pero de difícil aplicación por no tener en cuenta la realidad comercial de las empresas periodísticas y de medios; y ninguno relaciona ni analiza los elementos en común con las coberturas de otras situaciones de emergencia, como las epidemias y brotes epidémicos, y los grandes siniestros en medios de transporte. Es por eso que a través de este trabajo he buscado sistematizar mi experiencia en la cobertura de este tipo de hechos, y ponerla al alcance de las y los colegas de todo tipo de medios, y de las y los estudiantes de periodismo, así como de quienes trabajan en el área de la comunicación oficial, institucional y empresarial.

Cabe señalar que este libro tuvo una primera edición en 1999, bajo la cuidada supervisión de Andrés Telesca. Desde entonces han cambiado muchas cosas en la gestión de riesgo, y en consecuencia, también en el abordaje periodístico de los desastres y las emergencias; es por eso que he revisado palabra por palabra el texto original, para incorporar las correcciones necesarias. En estos años, yo misma continué ampliando mi aprendizaje acerca de cómo hacerlo; además integré la perspectiva de género, imprescindible en esta profesión. Por otra parte, la difusión masiva de internet y de la telefonía móvil, así como el surgimiento de las redes sociales, no sólo expandieron el área de las fuentes de información, sino que además modificaron profundamente casi todos los aspectos de la cobertura. Esta nueva edición, por lo tanto, está enriquecida con todos esos enfoques, que además tienen en cuenta las nuevas tecnologías.

Por último, deseo aclarar que no se incluyen los aspectos científicos y técnicos de los desastres, porque su desarrollo insumiría tantas páginas, que desvirtuaría los objetivos de este libro. Por otra parte, se puede buscar información específica en numerosos sitios de internet, y muchos de ellos corresponden a organismos oficiales o instituciones académicas. Para orientar el inicio de la búsqueda, junto con la bibliografía introduzco los enlaces de algunos de ellos. Quedará a colegas, docentes y estudiantes la responsabilidad de continuar aprendiendo, actualizándose y armando la propia agenda, en función de hechos que, más allá de sus similitudes, siempre serán diferentes.

Indice
Introducción. ¿Por qué Periodismo sobre desastres?
Primera parte. Conceptos básicos en el periodismo sobre desastres

Capítulo I. Definiciones
Riesgo de desastre y gestión de riesgos
Comunicación del desastre y periodismo sobre desastres
Qué es noticia en un desastre o emergencia
Características de la cobertura
La función del periodismo en un desastre
La perspectiva de género en la cobertura de desastres

Capítulo II. Desarrollo de la investigación

Clasificación de desastres:
Desastres naturales.
Desastres de origen antrópico
Para despejar algunas dudas.
Fuentes de información

Núcleos informativos:
Tipo de desastre
Lugar
Momento, duración y circunstancias
Víctimas
Causas
Qué tareas de auxilio se encararon
Qué dificultades produce
Que pérdidas materiales produjo
Qué consecuencias acarrea
Qué medidas de emergencia se tomaron
Cómo puede evolucionar la emergencia
Capítulo III. Los mitos de los desastres


Segunda parte. Cobertura desde la redacción
Capítulo I. Cobertura mediante agencias de noticias, Internet, radio y televisión Interacción con redes socialesCobertura mediante agencias de noticias
Cobertura mediante Internet, radio y televisión

Capítulo II. Cobertura mediante entrevistas telefónicas

Capítulo III. Trabajo en archivo y elaboración de otros materiales complementarios Cronologías y antecedentes
Explicaciones científicas o técnicas del desastre
Descripción del lugar del hecho
Otros materiales complementarios
Materiales gráficos complementarios

Tercera parte. Cobertura de grandes siniestros en medios de transporte
Núcleos informativos
Qué tipo de siniestro ocurrió y en qué medio/s de transporte
Dónde pasó
Cuándo pasó
En qué circunstancias pasó
Cómo se tomó conocimiento del siniestro
Por qué pasó
Víctimas
Qué efecto tuvo el siniestro
Tareas de auxilio
Fuentes de información
Distribución de la información en la edición
Seguimiento de la noticia

Cuarta parte. Cobertura en el lugar del desastre
Capítulo I. Cuando se viaja

Para preparar el viaje
El equipaje y las herramientas de trabajo
Ropa
Calzado
Botiquín
Artículos de perfumería
Herramientas de trabajo
Movilidad
Alojamiento
Viáticos
Capítulo II. La salud en situaciones de desastre Entrevistar a personas que sufren
La salud de las y los periodistas que cubren desastres

Capítulo III. Las relaciones humanas en el lugar del desastre
Los intereses sectoriales
La relación con las autoridades
La relación con personas que apoyan o facilitan la cobertura

Capítulo IV. Cómo informar sobre el desastre
La estructura y el lenguaje en la cobertura de desastres
Ordenamiento de la información
Registro y transmisión del material
Cómo seriar la cobertura
El periodismo de investigación en la cobertura de desastres
Apoyo logístico desde la redacción
Seguimiento del tema cuando dejó de ser noticia

Capítulo V. La relación del enviado o la enviada especial con sus colegas y con sus familiares
Organización del trabajo cuando se viaja en equipo
La relación con la corresponsalía
La relación con los medios locales
La relación con enviados o enviadas especiales de otros medios
La relación con los responsables de la edición o la producción
La relación con los propios familiares

Capítulo VI. La edición y la producción de la cobertura de desastres
Tareas que debe cumplir quien está a cargo de la edición o de la producción
Entrevistar al o a la periodista que está en el lugar
Más precisiones sobre la tarea del editor o la editora en un medio gráfico
La edición en la página web del medio y en portales de noticias
Condiciones que deben reunir quienes dirigen la edición y la producción
La imagen en la cobertura de desastres y emergencias
La edición de fotografías
La imagen en los medios televisivos
Algo más sobre el uso de las redes sociales
Quinta parte. Las actitudes y los riesgos de las y los periodistas que cubren desastres

Bibliografía

Organismos e instituciones de referencia
Una nota de Sibila Camps* sobre las inundaciones en Santa Fe
La mitología que fue creciendo con el agua
Que se ocultan cadáveres o que las vacunas tienen poder mágico son creencias que acompañan la catástrofe. Cómo se construye la subjetividad en una crisis
El agua de la inundación también trajo mitos a Santa Fe, que fueron ramificándose con el correr de los días. Hablan de muertos ocultados por las autoridades, de saqueos en las casas inundadas y de camiones que traen donaciones, de "limpieza" de delincuentes por parte de la Policía, del poder mágico de las vacunas. Muchos son comunes a todas las catástrofes. Otros, según los especialistas, se basan en datos previos que son ciertos.

Aparecieron cientos de muertos, pero el Gobierno los oculta. Los buzos tácticos de la Policía estaban pidiendo bolsas para cadáveres. Pidieron 500 bolsas. La morgue del Hospital Cullen está abarrotada de cadáveres. Las morgues de todos los hospitales están llenas de cuerpos. Los creman por la noche. Los tienen escondidos en un frigorífico del sur de la ciudad. Por la noche los llevan a Paraná, en un camión frigorífico.

"La tremenda desconfianza hacia las autoridades se manifiesta en discutir lo más terrible, el núcleo de la tragedia, nuestros muertos", reflexiona Máximo Sozzo, docente de Sociología de la Universidad Nacional del Litoral. "Estas fantasías se sostienen en un mecanismo llamado desmentida de la percepción —explica Mercedes Martorell, directora de la Escuela de Psicología Social de Santa Fe—. Cuando a uno le dicen que lo que está percibiendo no es verdad, le modifican el registro de las cosas. Desde tres días antes de la inundación, a la gente no sólo le desmintieron la percepción de que el agua iba a llegar y de que no se la podría parar, sino que además la ahogaron."

La gente ataba los cadáveres a los árboles. Cuando rompieron la avenida Mar Argentino para que drenara el agua, los cadáveres pasaban y pasaban rumbo al Paraná. El doctor Rafael Sotoca, coordinador en la Argentina de Médicos Sin Fronteras, observa que en todas las catástrofes se repite la creencia de que los muertos son muchos más que los que aparecen. "La sensación de pérdida individual es tan grande, que sólo puede equipararse con un duelo igual a nivel colectivo", señala.

Martorell, representante en el Comité de Crisis por los equipos de salud mental, da otra explicación: "La gente cree que hay más muertos porque cuando los rescataban, sentían llorar a muchos más, y no les daban los brazos para ayudarlos, y piensa que probablemente hayan muerto. Su imagen no es la de ellos salvándose, sino no pudiendo salvar a otros".

Están aprovechando la catástrofe para hacer limpieza de delincuentes (en realidad, "limpieza" de delincuentes). Todas las noches la Policía y la Gendarmería van a los barrios inundados, y la cana va marcando a los que bajan. Ya cazaron al último de los hermanos X. "Son imágenes culturales que estaban y que se reactualizan y potencian por la crisis —señala Sozzo—. En el diálogo cotidiano siempre se da la espacialización de la violencia y del delito, identificados con los lugares donde se producen, sobre todo por los vecinos de clase media".

En los barrios inundados hubo saqueos al por mayor. Todas las noches hay tiros. Vieron un cuerpo flotando a la deriva, con un cartelito que decía "por robar". "Es muy difícil robar una casa inundada. Pero la sensación de pérdida total hace pensar en proteger lo irrecuperable", apunta el coordinador de Médicos Sin Fronteras. "Esas versiones se sedimentan en la memoria de tiroteos escuchados en el pasado, y refuerzan la calificación de zonas peligrosas —anota Sozzo—. Además, esos comportamientos de autoprotección revelan una fortísima desconfianza en las instituciones responsables de la seguridad."

Los saqueos masivos a camiones que traen víveres, así como el desvío de donaciones —que en Santa Fe ocurrieron en mínima medida—, son rumores habituales en las catástrofes. "Se magnifica la cantidad y se minimiza lo que le toca a cada uno —señala el doctor Sotoca—. Tienen que ver con el asistencialismo en este país: ''El Estado mentiroso, además de ser responsable de que me inunde, también lo es de que no me lleguen las donaciones''".

Sotoca destaca otro mito de las inundaciones: "El agua está envenenada, dicen, cuando no está más contaminada que otras veces, y como si en el agua hubiera más bichos que fuera de ella. Lo que sucede es que ya se la ha tenido como agente agresor una vez". Y agrega otro: el de la reinundación, que en Santa Fe se encarnó en una supuesta crecida del río Paraná. En toda catástrofe, agrega, "la vacunación aparece como panacea, cuando no tiene ese efecto y está indicada en muy pocos casos. En Santa Fe visitamos 800 casas que tuvieron agua, y en 450 nos pidieron vacunas. Se la ve como un elemento mágico: ''Algo me tiene que proteger''".

La psicóloga Martorell hace una aclaración: "No quiero que queden descalificados los dichos de la gente. Estos mitos son un modo de explicar lo que les ha estado pasando, antes de la inundación y ahora, y lo que temen que les suceda. Hay que interpretar profundamente qué nos están diciendo esos temores".
Tapa diario Clarín del 2 de mayo de 2003*Publicado en Clarín  el domingo 1 de junio de 2003

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